El caramelo de los políticos

A los políticos les encanta la televisión; más que la prensa escrita, la radio o cualquier otro medio electrónico. El caso de Iván Duque es paradigmático. Aconsejado seguramente por un asesor, decidió ocupar más de una decena de canales con motivo de la pandemia, y la cosa le gustó tanto que ha decidido quedarse. Ya tiene su “Aló presidente”, como Hugo Chávez. 

Yo le tengo, sin embargo, al presidente de Colombia una mala noticia: la gente no ve la televisión; mira el aparato, que es otra cosa. La televisión es un electrodoméstico más, como la licuadora o el horno; tiene su utilidad, eso sí, no lo voy a negar, acompaña, hace ruido, distrae. Pero hay muchos que podrían tener ante ese aparato el mismo interés que les despierta el funcionamiento de la lavadora. Se lo dice, con toda modestia, señor Duque, alguien que ha trabajado en el medio durante 35 años. Hoy se salvan las plataformas, pero dudo mucho que a Netflix le interese lo que usted tiene para contar.

Quien esté leyendo esto y piense que es una exageración, que se vea encendiendo el aparato y analice con detenimiento lo que pasa: cuántas veces comenta con su pareja o acompañante el programa que ha sintonizado, cuántas se levanta al baño, a sacar de la nevera una cerveza, a contestar el teléfono, a echar un vistazo a la revista que tiene a mano, etc. etc. En todos esos años de profesión, jamás he encontrado a nadie que resista ver alguno de mis programas sin hacer un comentario o distraerse por alguna razón durante una secuencia en la que, a lo mejor, mi equipo y yo nos jugábamos el pellejo. Por esa razón procuraba no verlos nunca en compañía, para no ser testigo en carne propia de cómo se hacía realidad mi derrotista teoría.

Aún así los políticos insisten en salir por la pequeña pantalla como se decía antes, porque hoy hay quien tiene pantallas de un tamaño que ya envidiarían los viejos cines de barrio. Pero la tienen para encenderla y que su ruido los acompañe, para eso es para lo que tiene mucha gente ese aparato, y si sale un político le pierde el poco interés que le podría haber despertado su contenido en ese momento; todos sabemos que si aparece un político está vendiendo un crecepelo que no interesa. Y si el “televidente” es joven, con mayor razón sale huyendo. Mejor dicho, para los jóvenes la televisión es algo totalmente vintage.

Pero los políticos son inasequibles al desaliento. Están convencidos de que la gente está interesadisima en lo que dicen; y muchos, además, están convencidos del encanto de su estampa. Hace años entrevisté a uno del gremio, un majadero a nivel internacional porque además de ser ministro español en ese momento, tuvo varios cargos de alto coturno en la burocracia del mundo.

Cuando terminamos la entrevista, exigió verla ahí mismo por el visor de la cámara. Ya se había quejado antes por el emplazamiento en el que nos encontrábamos, seguramente porque esperaba eso que se suele llamar un marco incomparable. En fin, la cosa es que tuve que dejar que viera el resultado de la entrevista porque al tratarse de la televisión de Estado, para la cual yo trabajaba, el personaje se creía propietario del medio por el hecho de ser funcionario público. “Salgo muy arrugado”, fue su comentario.

Le conté el incidente al embajador de España pues la cosa ocurrió en Bogotá, y le hice ver que yo no era la Virgen de Lourdes para hacer milagros. Y el embajador, que era más servil y yo no lo sospechaba, le trasmitió mi comentario al ministro. Lo cuento para que vean lo que es luchar con el ego de los políticos y su amor por salir en televisión. 

Dilapidar seis mil cuatrocientos millones de pesos, que es lo que vale el contrato de Duque con la productora de su programa diario de televisión, en un país pobre como Colombia, con necesidades acuciantes en tantos sectores, y en plena pandemia, es un capricho costoso, inútil y pueril, solo para darse el gusto de que sus amigos y familiares le digan: “Saliste diiiiiivino anoche en televisión”. 

Más KienyKe
El reconocido y popular comediante estará nuevamente en el programa de RCN tras ser el séptimo eliminado.
Lina Tejeiro respondió, contundente, contra un periodista que se pronunció a su supuesto amorío con el exesposo de Nataly Umaña.
El presidente se pronunció sobre el trámite de su iniciativa y reveló que hará una controvertida solicitud.
En medio del escándalo de corrupción que empaña al ejecutivo en España, el presidente colombiano se pronunció.