Obama llegó a la presidencia con un mensaje de cambio para la esperanza. Trump ganó, igualmente, con el mensaje de cambio pero esta vez, con sabor a amenaza. Era la voz revanchista, de desquite, escribió Ezra Klein, de los que anhelaban que USA fuera grande nuevamente.
Petro llegó con un mandato de cambio. Anunció el Acuerdo Nacional para liberar tensiones y dar tranquilidad y, me imagino, para impulsar el cambio. Quizás escuchó a su asesor, @antonigr que proclama la moderación en la política y que lo mejor son “soluciones de todos, para todos y con todos o no hay salida”.
Pero una cosa puede ser Petro y otra el petrismo y algunos de sus ministro que, quizás -por falta de bagaje y de política- resultan más papista que el Papa y por lo mismo, están sembrando no un cambio con esperanza sino un cambio bajo la lupa de la amenaza.
Las reformas son necesarias; el cambio, también. Pero algo va de Pedro a Juan cuando el vehículo es la esperanza o la amenaza. Las reformas anunciadas en boca de algunos ministros, que suenan, a veces, como orquesta sin partitura -cada cual toca a su manera y sin director- no están alentando sino más bien, intimidando. Están fallando en el mensaje y en cómo transmitirlo.
Buscan la reforma agraria no con incentivos sino a través de la amenaza tributaria; Minminas amenaza a la industria extractiva, al carbón, al petróleo y al gas restringiendo la oferta, es decir la producción nacional y con ello el recaudo pero no disminuyendo la demanda que goza de buenos precios; la tributaria amenaza a las empresas, inversionistas, mipymes, emprendedores y personas naturales cuando bien es sabido , por un estudio de J. Messina y J. Silva, que la desigualdad la reduce no tanto el aumento de las prestaciones sociales sino el incremento del salario de las personas (En Colombia bregan por disminuirlo); y el factor que produce el mayor aumento del salario es el crecimiento económico y el empleo. Con altas tasas de tributación y nuevas cargas van a estrangular la economía existente.
La Mintrabajo desconoce los nuevos tipos de trabajo: el remoto, el nómada, el freelance y parece que no supiera que “el trabajo ya no es lo que era”, el libro de Cañigueral. El trabajo se centra en los talentos y las habilidades; dejó de ser estático y estable para ser atípico y no convencional al punto que el contrato de trabajo típico es la excepción y no la regla. Es minoritario. Pero tiene razón en que hay que atacar la precariedad de la relación laboral. Pues bien, Mintrabajo amenaza esas nuevas formas y a la generación de empleo. La ministra de Salud amenaza a las EPS y el Mindefensa puede descuidar la seguridad nacional.
El problema está, en principio, en tomar las decisiones ancladas en la ideología y es ahí cuando la ideología decide por ti y dar todo al traste.