Los detalles son simples cuando de la vida se trata y muchas veces no nos damos cuenta de que esos detalles son los que le imprimen valor a la vida. Hace dieciséis años mi vida tuvo un nuevo comienzo y un final para los que entonces eran mis mejores amigos, mis compañeros, mis amigos. Nunca entendí por qué ni cómo nos quitaron los sueños de los que comenzábamos a ver y entender de que se trataba la vida. Y aún si, no lo sabíamos tampoco; estábamos formándonos, siendo felices en lo que hacíamos, distrayéndonos en los momentos de deporte, viviendo una vida que no pensábamos iba acabar tan pronto.
Las casualidades, que para otros pudieron ser inducidas, nos quitaron 21 sueños. Todos inocentes de sus mentes y sus acciones, todos alejados de las penurias que la vida nos traía, éramos felices y muy ambiciosos; queríamos ser pilotos, médicos, filósofos, ingenieros, deportistas, teníamos metas a tan temprana edad y tan seguro de ellas, que todos las hubieran logrado, como varios que lo somos ahora.
Sin embargo, no pensábamos que ese espacio de la tarde donde regresábamos a casa y donde todos, absolutamente todos, íbamos riendo y hablando, se nos convertiría en la batalla más extensa y agotadora por defender nuestras vidas.
Los minutos, incluso segundos, se nos volvieron horas y horas de lucha, no sabíamos que pasaba ni para donde íbamos; luchábamos con lo que teníamos, las ganas de vivir. Siempre recuerdo este momento como un parpadeo de ojos, donde por un lado estas en la luz y logras ver todo, y en el otro, estas en la oscuridad batallando por ver, por salir, por vivir. Así es la vida, un parpadeo de ojos. No sabemos en que momento nos toca estar en la oscuridad batallando para surgir.
No sé que hay antes, ni que viene después. No se a dónde fueron mis amigos, no se dónde estarán, pero espero estén mejor que acá. Como extraño esos momentos donde éramos felices con un balón, con una charla, con una risa. Sigo con los interrogantes simples de la vida y complejos a la vez: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo? ¿Por qué nosotros? ¿Por qué ese momento?
No he encontrado respuestas hasta hoy, solo he confirmado día a día, que el valor de la vida es lo más grato y armonioso que tenemos. Que el parpadeo de ojos no se nos vuelva un tedio, que la vida nazca y la oscuridad desaparezca. Y para los que están explorando, surgiendo, teniendo sueños como nosotros en ese momento, les digo: no lo dejen de hacer, nunca renuncien a lo que les gusta, no dejen que nadie les quite los sueños ni la esperanza, batallen con las mismas ganas de vivir que batallaron nuestros angelitos, y surjan fuertes e impetuosos.
No hay dos vidas, es solo una