¿Ha pensado alguna vez en los efectos que produce en el medio ambiente los plásticos de un solo uso?, ¿por qué los ambientalistas insisten en que Colombia presenta un problema trascendental con la producción y la distribución de estos materiales? o ¿cuál es la razón por la que gobiernos de otros países han decidido atajar este asunto?
Hace falta girar nuestra atención un poco más hacia el pulmón de los seres vivos y darnos cuenta que, por su uso cotidiano, este tipo de plásticos representan la mitad de los desechos del mundo, llámese botellas, pitillos, platos y cubiertos desechables, guantes plásticos, copitos de oídos, entre otros.
La organización ambientalista internacional, Greenpeace, señala que “cada ciudadano consume 24 kilos de plástico al año, lo que representa un millón 250 mil toneladas para el país”, el 56% son de uso único y dice además que, entre los 20 ríos más contaminados en el mundo por este material, se encuentran los ríos Magdalena y Amazonas.
Colombia es el primer contaminante del mar Caribe, a pesar de tener relativamente cerca a naciones más grandes como México y Estados Unidos. Según el Departamento Nacional de Planeación (DNP), el país pone en el mercado un billón de toneladas plásticas al año y recicla alrededor del 20%, el resto va a costas y suelos.
Con las estadísticas que cito sobre la problemática ambiental, me refiero a este tema como una falta de regulación por parte del Estado colombiano en la prohibición de los plásticos de un solo uso y en la reducción de su consumo.
A la agenda pública nacional ha vuelto la discusión al respecto originada en el Congreso de la República gracias a la aprobación en primer debate, en la Comisión Quinta de la Cámara de Representantes, del proyecto de ley que busca prohibir los plásticos de un solo uso en el país a partir del año 2025. La votación volvió a ser unánime como la primera vez que se presentó, lo que demuestra que llegará con mucha fuerza a la plenaria de la Cámara donde se espera que cumpla un próspero debate.
¿Qué dice el texto? De convertirse en Ley de la República se prohibirían: “bolsas utilizadas para embalar periódicos, mezcladores y pitillos para bebidas, soportes plásticos para las bombas de inflar, envases y recipientes para contener o llevar alimentos de consumo inmediato, láminas o manteles para servir, empacar, envolver o separar alimentos de consumo inmediato, soportes plásticos de los copitos de algodón”, y otros más.
Adicional, las aerolíneas no podrán ingresar estos plásticos a la región de la Amazonía y la Orinoquía, igual que en parques nacionales naturales, páramos, humedales y ecosistemas marinos. Se exceptúan los elementos plásticos para fines quirúrgicos y demás áreas de la salud.
Por supuesto, respaldo esta apuesta que hace el Legislativo, así como considero importante resaltar la voluntad de tres municipios que el año pasado anunciaron medidas para reducir el consumo de plásticos. Desde febrero, Nobsa, en Boyacá, adelanta campañas para que los comerciantes usen empaques hechos con fécula de maíz, bagazo de caña o cartón. En Iza, en el mismo departamento, la Alcaldía estableció una medida similar con platos y porta platos elaborados con tamo de caña de maíz y el bagazo de arroz. Mientras que en Guatapé, Antioquia, en mayo pasado, la administración municipal anunció un acuerdo que prohíbe el poliestireno expandido (eps), los pitillos, vasos y mezcladores de plástico y/o polipropileno.
En la región Caribe, destaco a Barranquilla que avanza en un estudio al Proyecto de Acuerdo que busca disminuir la utilización de plásticos de un solo uso en las entidades públicas del Distrito. La apuesta nació en el Concejo con la autoría del presidente electo de la Corporación para 2021, Samir Radi.
Si miramos a nivel internacional, más de 60 países han establecido medidas para frenar los plásticos de un solo uso y otros trabajan en políticas para enfrentar los problemas ambientales que causa este material. Encontraremos en la lista a Chile, Panamá, México, Costa Rica, Perú y Reino Unido, por mencionar algunos.
Este último es un líder mundial en ese terreno. Prohibió desde noviembre que las empresas ofrezcan pitillos, bastoncillos (copitos de oídos) y agitadores de un solo uso fabricados en plástico. Las nuevas normativas del COVID-19 retrasaron la entrada en vigor de la medida, pero ya está en marcha. Otra que Inglaterra implementará en abril de 2022 para frenar la contaminación, será un impuesto a los envases plásticos que no cuenten con un mínimo del 30% de contenido reciclado.
Está comprobado que este tipo de plásticos son enemigos reales del medio ambiente. Al vetar esos productos podemos proteger aún más nuestra vida marina, la salud pública y la salud ambiental de los ecosistemas. Que apropiado sería que Colombia esté a la vanguardia de otros gobiernos y Estados del mundo firmemente decididos a acabar con la problemática para gozar de un ambiente sano.
Es de reconocer que seguir esta voluntad conlleva a una transformación de las empresas que venden productos envasados en plásticos, a unos cambios culturales en el consumidor y, en términos de empleo, a una normativa cuidadosa con la industria del plástico que genera más de 100.000 empleados directos en el país. Este último aspecto es muy importante contemplarlo en el diálogo que se genere durante la construcción de esta política que solo busca un Estado más consiente y responsable con nuestro entorno.
