Mientras Bogotá, Medellín y Cali, se debaten día a día en escándalos de corrupción, desidia, politiquería y desinterés de sus autoridades, Barranquilla sigue en un indiscutible y envidiable ascenso. Quienes erradamente crean aún que la política no tiene que ver con sus vidas y calidad de ellas, los invito a observar su entorno diario y recordar que en cada motivo de queja que les asiste, sus alcaldes y representantes en el cabildo local son determinantes para resolver o acentuar cada situación que afecta positiva o negativamente su calidad de vida.
Las decisiones que los ciudadanos adoptan en las urnas al momento de elegir a sus alcaldes y concejales determina la calidad de los servicios públicos a los que pueda tener acceso en los siguientes cuatro años. Los graves escándalos de corrupción y manejo reprochable de las empresas públicas, el cada vez menos eficiente servicio de aseo, salud, etc., como la falta de infraestructura urbana y la galopante inseguridad que azota a los ciudadanos, es consecuencia directa de la decisión de los electores. Nadie se escapa de los efectos positivos o negativos de la buena o mala gestión de sus administraciones locales.
Lo que sucede en Bogotá, Medellín y Cali tiene un común denominador: una realidad y resultados disonantes con los éxitos que anuncian sus mandatarios mediáticamente. La insatisfacción de los bogotanos, medellinenses y caleños por la desconexión con la realidad de sus mandatarios es más que evidente. Pareciera que estas ciudades, luego de haber obtenido positivos logros y resultados de administraciones pasadas estuvieran siendo sometidas a la teoría del “decrecimiento”. En contraste, Barranquilla sigue manteniendo, incluso entre cachacos, el título de ser un “gran vividero”.
La indiscutible capital de la región Caribe, Barranquilla, era un desastre hace catorce (14) años. Era la ciudad de los arroyos, “la única lugar del mundo donde la gente muere ahogada en las calles”. Para 2007, daba cuenta de 30 a 100 m3/Seg de caudales durante aproximadamente un mes al año. El sistema de salud para 2008, se hallaba literalmente colapsado y con baja accesibilidad, al punto que se tenía una cobertura del 76% en la población más pobre, sumado a que el 60% de la población se encontraba a 16 Km del punto de servicio de salud más cercano. Solamente el 4% de los usuarios tenían alta accesibilidad en salud. Para entonces, la infraestructura educativa era deficiente y con baja calidad. Sesenta mil niños estaban por fuera de la aulas.
Adicionalmente, Barranquilla era una ciudad desconectada, con vías en mal estado, pésimo urbanismo, con deplorables espacios públicos, carente de parques y espacios verdes. Solo el 10% de los habitantes estaban satisfechos con los parques públicos. Por lo demás, sus finanzas eran incapaces de apalancar el desarrollo de la ciudad. En 2007, el porcentaje de las deuda sobre los ingresos totales era del 204%.
Sin embargo, la realidad de hoy refleja un contraste notoria y positivamente significativo. Basta visitar La Arenosa, para advertir sin distorsiones que hoy Colombia tiene una nueva Barranquilla!. Se han canalizado 69 Km de arroyos. Su urbanismo es notorio y notable. La cobertura en el servicio de salud pública es del 100% con un nivel de satisfacción del 71%, mientras en Medellín es del 64%, en Cali del 56% y en Bogotá del 54%. En 2021, el indicador de alta accesibilidad a servicios de salud corresponde al 72,4%. En materia de educación pública, en 2007 Barranquilla contaba con 2 colegios A y A+ y en 2022 cuenta con 25 colegios. Se han recuperado 395 km lineales de vías, que corresponden a 1.943 tramos viales y se ha recuperado 260 parques públicos. El 91% de las manzanas tiene un parque a menos de 10 minutos a pie. Los avances y calidad en alumbrado público son fácilmente observables. La calidad y estado de los escenarios deportivos es francamente envidiable. Los avances en la promoción de la cultura, espectáculos, negocios e ideas es propio de una ciudad en franco y rápido crecimiento. El Gran Malecón (300.000 m2 de espacio público) es el lugar fascinante y, por ello, es el más visitado del país (21 millones de visitantes).
Las cifras son contundentes y hablan por sí solas del éxito del actual alcalde, Jaime Pumarejo, como de quienes lo han antecedido (Alejandro Char y Elsa Noguera) y concejales que los acompañan. El PIB se ha incrementado en $14,5 billones en 14 años. Es la ciudad con el mayor nivel de inversión pública Per Cápita. En Barranquilla se multiplicó el empleo en este periodo.
Además del liderazgo, continuidad de la gestión, la buena administración de las finanzas públicas, un trabajo alineado con una clara visión de ciudad y una indiscutible capacidad de ejecución de las ideas, Barranquilla generó un escenario propicio para la inversión privada como factor de apalancamiento de la ciudad. El aporte del gobierno nacional por conducto de FINDETER, bajo la dirección de Luis Fernando Arboleda, fue determinante para estos logros, gracias a la financiación de muchas obras como parte del proyecto de ciudades sostenibles.
En estos momentos de desesperanza ciudadana nacional, dirigir la mirada hacia Barranquilla y poder palpar que su trasformación es una realidad y no una simple idea demagógica expresada en un powerpoint, debe motivarnos para ser responsables en la decisión de nuestros propios mandatarios locales que nos corresponderá efectuar en octubre de 2023.