La ética ha sido primordial desde inicios de la civilización guiando el comportamiento humano y el desarrollo cultural. Inicialmente estaba relacionada con las divinidades, después adquirió una dimensión política y se universalizó, sin embargo la diversidad política y religiosa derivó en un mosaico de éticas. Durante la Ilustración (movimiento cultural e intelectual, que inspiro grandes cambios culturales y sociales como la Revolución Francesa) introdujo que la ética debía girar en torno al hombre, siendo el inicio de su disolución, al individualizarla.
La ética empresarial es el grupo de valores y normas que surgen de la cultura organizacional y su propósito es mejorar aspectos como el clima laboral, promover la igualdad, el respeto al medio ambiente, y el bienestar general de la sociedad, entre otros. La ética empresarial, bien definida, hace que la empresa se atractiva a más y mejores a trabajadores, así como mayor confianza entre clientes, consumidores y la comunidad.
Por eso las empresas que no sean sostenibles desaparecerán pronto, pues el cambio climático es un problema mundial y tanto clientes como el talento humano están evitando empresas que no cumplan con esta premisa. Unas destinan parte del presupuesto para colaborar con soluciones sociales y/o medioambientales, siendo uno de los valores esenciales de la ética empresarial, la sostenibilidad.
El mundo se ha convertido en una compleja red de sistemas y procesos en donde la esfera de lo individual y lo colectivo se superponen más que antes, por lo que una visión individual de la ética no es adecuada para enfrentar la complejidad de los problemas globales. Por esto es necesario una reflexión ética que considere el papel de la digitalización para asumir los retos globales y hacer la vida de las personas más cómoda.
El futuro de la sociedad debe construirse con objetivos de sostenibilidad a largo plazo y enfocada en crear sociedades capaces de responder ante crisis económicas, sociales y políticas. Además de otros riesgos por efecto de la digitalización de la sociedad, como la vulnerabilidad de la privacidad, la sobrecarga cognitiva, la información distorsionada, la vigilancia agresiva, la brecha digital y sesgos de diversa naturaleza, siendo vital que a través de comportamientos éticos, se crean caminos alternativos, dotando a la sociedad de mecanismos de protección, respeto, solidaridad y creatividad, a través de educación digital y ética para afrontar crisis, para evitar riesgos, generar impactos positivos e incrementar la alfabetización digital.
Por lo tanto es necesario que las tecnologías digitales se diseñen con fundamento en consideraciones éticas para proteger a las personas y las empresas que utilizan esta información para inteligencia de negocio, personalizar servicios y mejorar la experiencia de sus clientes, deben realizarlo mediante procesos responsables, sin crear perjuicios o violar derechos de las personas. Por eso es fundamental que la base de la sociedad digital se fundamente en la protección de los derechos de las personas así como la autonomía y soberanía de un país.
Las empresas son organismos dinámicos que deben contar con valores éticos esenciales. Por esto el talento humano, debe identificarse con estos valores, ya que actualmente convergen varias generaciones, los millennials y ahora los centennials siendo fundamentales en asuntos como la diversidad en el trabajo, igualdad de oportunidades y salariales, comunicación abierta, flexibilidad, la innovación y la sostenibilidad y son complementados o viceversa por los baby boomers y los de generación X donde la estrategia, la experiencia, el pensamiento crítico, el aprendizaje y enseñanza, la calma para tomar decisiones, la agilidad para construir relaciones interpersonales de largo plazo, la creatividad y el emprendimiento, están evolucionando hacia estructuras empresariales poderosas, solidarias, adaptables, agiles, estratégicas y amigables con el medio ambiente, generando beneficios para los grupos de interés al crear una convivencia multigeneracional.
Por lo tanto con esta nueva convivencia multigeneracional y al sentir que trabajan por un bien mayor o que aportan a una causa especial, los trabajadores estarán mucho más motivados y velaran por el bienestar corporativo. El efecto positivo que empresas con buena ética producen en otras, es inmenso al sentirse motivadas para ofrecer mayor valor agregado, para atraer clientes, talento competente y ser referentes en el mercado.
Los clientes prefieren comprar un producto que los satisfaga menos, ya que prefieren consumir aquello que aporte al cambio social o medioambiental. La consciencia del consumidor era algo sin importancia hace unos años, pero ahora es cada vez más importante al momento de tomar la decisión de compra de un producto o servicio.
Finalmente una comunicación clara, transparente y honesta de manera interna que permite a los trabajadores comprobar que se ejerce una política ética empresarial, y otra externa que potencie la confianza hacia la empresa por parte de los grupos de interés. Por lo tanto, cada vez más empresas muestran abiertamente sus procesos productivos, sus proveedores y la cadena de suministro, debido a que los clientes quieren asegurarse que el producto o servicio que adquieren, están alineados con su filosofía de vida y valores, por lo que racionalizar el comportamiento ético en las operaciones cotidianas, es fundamental.
Las empresas que desarrollan una cultura organizacional en torno a las necesidades de los clientes, e integran a sus trabajadores para implementar este comportamiento ético, que actúan con transparencia al respetar y mantener protegidos los datos de sus clientes, que priorizan la diversidad, proporcionan igualdad de oportunidades, valoran el comportamiento honesto y crean un ambiente justo y agradable, con el objetivo de cumplir ágil y efectivamente la promesa de valor a los clientes logrando su lealtad, garantizando resultados sociales, medioambientales y financieros positivos, reconocimiento de marca y crecimiento exponencial, son empresas con comportamientos éticos y sostenibles en el largo plazo.