Al generarse cambios tan significativos a nivel socio-económico en el mundo, la planificación estratégica ha cobrado mayor importancia dentro de la gestión empresarial, en donde directivos se ven obligados a enfrentar situaciones que afectan la operatividad y la presencia en el mercado, sumado a que cada día, los ciudadanos y el mundo empresarial se vuelven mucho más exigentes, trayendo como consecuencia que se asuman situaciones y retos nuevos e inciertos de manera permanente.
Por lo tanto es importante poner en marcha un pensamiento con visión estratégica que requiere conocimientos técnicos y comprensión de factores estructurales, sociales, económicos y políticos que permita a la empresa ser exitosa en el corto o mediano plazo. El pensamiento estratégico además de elaborar planes, permite cambiar modelos mentales para tomar decisiones y responder a las exigencias del entorno competitivo, de manera ágil.
La apertura de los mercados ha llevado a las empresas a reconocer que el mercado objetivo es el mundo entero, por eso algunas empresas han venido rediseñando sus planes de negocio al tomar en cuenta las oportunidades por la diversidad de recursos, de clientes y proveedores ubicados en otros países.
Ante estos desafíos, las empresas tienen que ser más flexibles para transformar su estructura y responder estratégicamente a los cambios y retos del mercado. Por esto para alcanzar una posición de ventaja competitiva, es necesario analizar el entorno, la competencia, la regulación y las tecnologías emergentes, como variables críticas para asegurar la sobre vivencia y el éxito empresarial al identificar oportunidades y crear capacidades internas, exigiendo por parte de todos en la empresa, una visión integral para competir en un mundo dinámico.
Las empresas están en un complejo contexto económico, político, tecnológico, social y demográfico, por esto hay que entender que existen factores del entorno que se escapan del control de las empresas, por eso es fundamental comprender los factores externos que regulan el comportamiento de la empresa. El reconocimiento y análisis de estos factores será fundamental para garantizar una actuación integral de la empresa ante contextos complejos.
Además de los factores externos, hay que tener en cuenta factores internos, por eso se debe realizar un diagnóstico interno partiendo de las fortalezas y debilidades y así evaluar su capacidad para aprovechar las oportunidades y contrarrestar las amenazas. El conocimiento y dominio de las fortalezas demostrarán la capacidad de la empresa frente a la competencia, estableciendo sus fortalezas como ventajas competitivas.
Las empresas deben ejecutar sus decisiones estratégicas de forma flexible, respondiendo a los constantes cambios del entorno, que permitan innovar de forma productiva. Por lo tanto, es evidente la necesidad de adaptar métodos acordes a la nueva realidad, que permitan sobrevivir, crecer y consolidarse en ambientes cada vez más turbulentos y complejos.
Los cambios organizacionales, han evolucionado a fin de lograr ser realmente sostenibles. La velocidad con que se generan, es cada vez más vertiginosa, exigiendo estar atentos a las tendencias del mercado.
Y es aquí donde la gerencia estratégica tiene un papel mucho más preponderante al tomar decisiones, que deben asumirse como transformaciones, que lleven a las empresas por nuevos rumbos, nuevas estrategias, nuevas tecnologías e incluso nuevos riesgos y a nuevos comportamientos de las personas, permitiendo aprovechar oportunidades claves, minimizando el impacto de las amenazas externas, explotando las fortalezas internas y eliminando las amenazas internas, al fortalecer la cultura organizacional, resaltando los valores corporativos enfocados en el bienestar, la rentabilidad y el crecimiento sostenible logrando posicionar a la empresa en diferentes mercados, satisfaciendo las necesidades de los clientes, responsable con el medio ambiente y creando valor compartido con la comunidad.