Hoy día, en los tiempos modernos y de por sí, complejos, la gobernabilidad no solo está en el Congreso de la República -esas mayorías las armó Roy Barreras- sino que también habita en otros lados. La política electoral ya no reside solo en el Congreso, de hecho, los votos de Petro y de Hernández se movilizaron, en su gran mayoría, por fuera de las estructuras de los partidos políticos, es decir, aunque suene paradójico, por fuera de la política, en este caso, la tradicional; ni la gobernabilidad la aseguran únicamente las Cámaras, ahora pasa por la economía, la confianza, las percepciones y las emociones de la gente, las redes sociales y la calle.
Petro ya tiene la gobernabilidad de los parlamentarios y esa es, por aquello de los tarros de mermelada, fácil. Pero no tiene las otras, las difíciles, las que está en la calle y en la economía, la de las variables fuera de control y es ahí donde tiene un camino culebrero por recorrer. Ese flanco tiene que cubrirlo porque los gobiernos de hoy día se mueven en escenarios inciertos e inestables, líquidos, a lo Bauman; al punto que las crisis de gobierno se han convertido en la nueva normalidad sino pregúntele a Boric en Chile o a Castillo en Perú o a Lasso en Ecuador o a Fernández en Argentina.
Las lunas de miel de los gobiernos con la opinión pública duran un santiamén. Petro comenzará bien temprano a gastar el capital político que tiene y como en toda cuenta contable del debe y haber, las reformas tributaria, de la salud y el desmonte de las EPS y la agraria pivoteada en la tierra, le restará apoyo popular y, en últimas, gobernabilidad; pero Petro abrevará, se oxigenará y compensará hasta donde sea posible, ondeando la bandera anticorrupción. A eso le dará pedal en un tema que lo sintoniza con la indignación ciudadana que generan los corruptos que se aposentan sórdidamente en el callejón de las ratas para transar sin piedad y sin misericordia, la coima.
La oposición saltará, como sapo de charco, del Congreso a las calles y a las redes y esa -porque es molecular e inorgánica, sin dueño o con un dueño llamado ciudadanía- es difícil de gobernar y se hará en un contexto también de campaña electoral que está por comenzar, la de alcaldes y gobernadores, que pueden mostrar en octubre del año entrante un nuevo mapa político, particularmente en las ciudades capitales y principales departamentos. Será una oposición rebelde, contestataria y alebrestada.
La insatisfacción ciudadana puede ser pan de todos los días y minar la gobernabilidad, pero ello dependerá de lo bien o mal que lo haga Petro y para ello necesita rodearse bien, él es inteligente y hará suya la frase de Maquiavelo: “La primera regla para estimar la inteligencia de un gobernante es observar a los hombres que tiene alrededor suyo.” Y hasta ahora está, con contadas excepciones, rodeándose bien.