Jacobo Solano

Periodista y escritor colombiano-italiano, artista visual y conceptual, creador de contenidos digitales y contador de historias del mundo.

Jacobo Solano

¡Gracias!

Hoy recuerdo cuando volví a Valledupar pensando en que regresar era retroceder, pero fue precisamente en mi tierra donde consolidé mis talentos, aunque muchos no me creían capaz, poco a poco fui conquistando espacios que en mi ciudad son particularmente difíciles, por el medio en que fuimos concebidos, no para construir procesos colectivos, sino para tratar de sobresalir pisoteando a otros, sin entender que la competencia debe ser siempre contra ti mismo, nunca con tu colega. Valledupar es una tierra maravillosa con un gran potencial cultural, creativo y ambiental para su desarrollo, pero que no ha salido adelante por la falta de unidad de sus habitantes y por una clase política mediocre. 

Hoy quiero agradecer a todos los que me dieron la oportunidad y asistieron a cada uno de mis eventos, exposiciones, presentaciones de libros, murales, marchas, performances, conversatorios y a todos los que leyeron mis columnas, en mis inicios, recuerdo que pocos se atrevían a cuestionar clanes políticos mafiosos, jueces corruptos, periodistas prepago o narcos que tanto daño nos han hecho; hoy me llevo el gusto de ver muchos columnistas como Carlos Añez y periodistas de nueva generación que no son lambones ni arrodillados, que entendieron el periodismo con seriedad y de una manera diferente, se están atreviendo a desenmascararlos. No fue fácil tomar la decisión de irme porque nunca quieres salir de tu zona de confort, el Valle es de esos territorios bellos y también hostiles, de esos que te exigen, pero que siempre será tu tierra, con una gran mayoría de gente buena y un reducto de avivatos ignorantes, que controlan el poder y han impedido que avancemos.

La vida está llena de retos y siempre hay que asumirlos, por eso me voy con la convicción de que el ser humano debe evolucionar para no estancarse, hay acumular más experiencias, que es de lo que se trata la vida, crecer, crear, arriesgar, amar, construir, soñar y seguir luchando sin desfallecer, me voy con la satisfacción de haberle aportado todo  a mi tierra, para cumplirle a la gente que me valoró y que confió en mi; a quienes me ayudaron a construir esta realidad que todos los días se transforma, centenares de amigas y amigos entrañables que llevo en mi corazón; también, a los que quisieron verme caer, incluso en mi propia familia, que nunca entendieron nada, ellos también fueron importantes para hacerme más fuerte, un guerrero, como me reconozco, que nunca tuvo necesidad de rendirle pleitesía a nadie para construir su propio camino.

No es fácil despedirse de el enclave entre la Sierra Nevada y la serranía de Perijá, del César y La Guajira, territorio que recorrí en mula, a pie, nadando, en helicóptero, mototaxi, carro; buscando la mejor foto y la mejor historia para transformarlas en arte. Tampoco decirle adiós a la plaza Alfonso López, por donde trotaba en las mañanas y en la que cubrí tantos festivales vallenatos; a Sandra García en el Centro Comercial Guatapurí, aliada incondicional de mi carrera, donde realicé tantas exposiciones y materialicé tantos sueños. Difícil dejar El Cuartico de Gabo, mi último refugio, aunque tengo la certeza de que Patri va a encargarse con altura. Imposible olvidar a los juglares, quienes me enseñaron a defender el verdadero vallenato y a mis Hermanos Mayores de la Sierra, quienes me acompañaron siempre para ser más fuerte y espiritual. Me harán mucha falta las playas de mi Guajira, el pueblo de Distracción que me acogió con tanto cariño y el desierto que me ayudó a tener el cuero duro para aguantar cualquier ataque.

No puedo negar que a veces siento miedo, pero el triunfo solo es posible cuando lo vencemos y cuando eso pasa, descubrimos que no era para tanto, los sueños son del tamaño que tu los imagines y cuando se tiene confianza en Dios, todo es victoria. Me lleno de aire, me remango la camisa y salgo a dar un salto al otro lado del Atlántico para seguir creciendo al lado de mis dos valiosos amores, Ana y Valeria. Vamos a la tierra de mis ancestros donde aspiro a seguir estudiando y trabajando; investigar más su cultura y su historia, también conocer nuevas personas que siempre será mi objetivo. Continuaré escribiendo y contando nuevas historias, haciendo crítica y contenidos para redes, desde Mantova, en el norte de Italia, con un concepto más universal y con la concepción de que nuestro Valle puede ser mejor. Ahora, creo que puedo decir, contra viento y marea, que fui profeta en mi tierra. Gracias a todos y que Dios los bendiga. 

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Jacobo Solano
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