Humedales en tiempos de Covid-19

La pandemia nos recuerda la estrecha relación de los ecosistemas naturales con la supervivencia de todas las especies.

En la ciudad de Ramsar, Irán, en 1971 fueron presentados los primeros informes sobre Cambio Climático y se inició una reflexión en algunos círculos políticos y sociales, sobre las incertidumbres del futuro y la necesidad de pensar en la incidencia del uso intensivo de la tierra y los químicos de la llamada “Revolución Verde”.

Se entendió entonces la estrecha relación de los ecosistemas naturales con nuestra supervivencia y la de otras especies. Algo que casi 50 años después nos recuerda esta pandemia.

El 7 de abril con diversos líderes ambientales que desarrollan la defensa de los humedales Tibabuyes, Salitre y Córdoba, y junto con la Secretaría de Ambiente, desarrollamos un foro virtual, en el que se recordó que el desarrollo institucional de estos ecosistemas en Bogotá ha estado en el hombro de ciudadanos que han perseverado en su protección por más de 30 años. Hoy en día, gracias a este silencioso trabajo, podemos hacernos una imagen de un paisaje de humedal, una tingua o un curí.

Estos líderes nos centraron en la necesidad de garantizar el 100% del caudal ecológico en todos los humedales, en este Plan de Desarrollo: agua en cantidad suficiente, frecuente y de calidad óptima para que la vida sea posible. Vemos con preocupación que las inversiones en infraestructuras duras, nos alejaron de invertir en lo fundamental: el agua.

Hemos avanzado en la gestión de humedales en la ciudad. Sin embargo, tenemos muchos retos por superar: el primero de ellos, el viejo método de quemar los humedales en hechos aparentemente “accidentales” que, en un mismo día, el 18 de febrero, representaron 90.000 m2 de flora y fauna arrasados en el humedal Tibanica (¡la tercera parte!), Techo (casi una hectárea); y el día 22 de febrero, en inmediaciones del humedal Jaboque, se logró controlar un conato de incendio que podría haberse extendido hasta su interior.

Esta es una vieja técnica de varios urbanizadores en toda Bogotá y como recientemente vimos, es técnica de los ganaderos y mineros en el área de influencia de Caño Cristales, el Parque Tayrona o el Amazonas. Aún en época de aislamiento, las quemas siguen, para generar potreros para ganadería. Esta situación debe parar. Nuestra relación con el plantea, debe cambiar. Estamos llamados a defender los recursos naturales.

Es estratégico entender que los ciudadanos pueden aportar información precisa de su territorio y como proyecto de Acuerdo, radicamos una iniciativa que hemos trabajado por meses, Biodiverciudad, y esperamos que la ciudad cuente con este instrumento próximamente, para que sepamos el impacto real antes y después de las obras al evaluar participativamente los datos de fauna, datos que nos permitirán ver a través del tiempo, el impacto de los incendios en la población de curíes y aves en el sector.

Escucha la opinión de Mafe Rojas:

No podemos perder más suelos de humedal por obras en concreto. Es un bien escaso y tarda cientos de años en formarse, mientras el ser humano se toma solo unos minutos en excavarlo, y luego convertirlo en una escombrera, sedimentando el Río Bogotá. Cada obra debe tener su propio banco de suelo y evitar perder un solo gramo o una de sus semillas.

Estamos trabajando para que se dé el proceso de declaratoria de los humedales no reconocidos de manera concertada con la ciudadanía; requerimos dar reconocimiento a cerca de 30 humedales en Bogotá, entre ellos El Burrito, muy famoso por estos días.

Con los líderes y la Secretaría de ambiente, nos comprometimos a revisar los compromisos del pacto por los humedales, firmado en el año 2019, para integrarlos al Plan de Desarrollo Distrital que está en proceso de ajustes y aprobación, y apoyar al proceso de participación ciudadana que debemos hoy desarrollar en la virtualidad.

Hemos recibido valiosos aportes de los ciudadanos para sugerir en el Plan de Desarrollo de Bogotá como la incorporación de Bosques Urbanos para preparar a la ciudad al cambio climático; la implementación de programas de agricultura urbana y periurbana agroecológica; y estrategias de seguridad alimentaria que mejoren las condiciones de los campesinos y disminuyan la intermediación.

Son enormes los retos y la incertidumbre a los que nos enfrentamos en medio de la pandemia y la concurrencia de crisis ambientales, pero sin lugar a dudas, los humedales cobran cada vez mayor importancia, al punto que el programa para el Ambiente de la ONU ha destacado su papel estratégico para enfrentar la crisis climática y llama a reforzar su protección durante la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030, que debe preparar acciones en los años previos.

Por eso vamos a insistir, y no habrá cansancio, en replantear las obras objeto de los contratos que dejó firmados la pasada administración, porque parten de un enfoque anacrónico que ignora los desafíos de la adaptación del cambio climático. El planeta, que lucha por sobrevivimos, exige darle la vuelta a las lógicas del pasado. Proponemos que en todas las intervenciones en humedales y otros cuerpos de agua se aplique el principio de Construir con la Naturaleza y no contra ella, ampliando cauces, asegurando áreas de inundación, reforestando en los bordes. Y nada de esto riñe con la posibilidad de realizar actividades de contemplación, recreación y disfrute sostenible de estos espacios, como lo demuestra, por ejemplo, la experiencia de los Países Bajos en la aplicación
de este principio y la implementación del enfoque de Aquapuncture, impulsado por Ronald Waterman.

Estos tiempos nos enseñan que el respeto por la naturaleza en todas sus manifestaciones y la relación de ésta con nuestra especie podrán salvarnos o enfrentarnos a problemáticas más agresivas de las que estamos viviendo. De nosotros, como ciudadanía y de las decisiones de los gobiernos, dependen los cambios, de nosotros depende avanzar con la naturaleza para cambiar los pésimos resultados de actuar contra ella. La defensa de los humedales continúa.

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