Luis Pérez Gutiérrez

Estadístico, ejecutivo empresarial, escritor y político colombiano. Se ha desempeñado como investigador científico de universidades europeas y estadounidenses, director del ICFES, rector de la Universidad de Antioquia, alcalde de la ciudad de Medellín, y gobernador del departamento de Antioquia.

Luis Pérez Gutiérrez

Invertir en dignidad

La Pobreza va muy rápido y los gobiernos muy despacio. Cuando las carencias de la gente se multiplican, la dignidad humana se convierte en un trapo viejo. Por eso no se puede descansar en darle prioridad a las necesidades de los más pobres.  No solo hay que luchar para que los pobres salgan de la desesperanza, también hay que respetarlos en su inteligencia, y tenerles en cuenta su capacidad para participar en construir sociedad. La mancha de la pobreza crece en medio de la desesperanza. Cada día a más colombianos los arropa esa odiosa sombra de la inequidad que hace sufrir y les arrebata el derecho a vivir sin miedo y el derecho a la alegría. Los índices de pobreza hoy son más severos que cuando se firmó la constitución del 91. El desarrollo social tiene una velocidad tan lenta, que los retos sociales de 2023 son mayores a 1991. En esencia, en lo social, tenemos tres décadas perdidas. Es urgente acelerar la velocidad del desarrollo social.

Colombia no necesita ni gobernantes ni ciudadanos que se rindan ante la desgracia social. Hay que resistir y actuar. No podemos dejarnos encadenar por las desgracias, ni por los que no respetan ni quieren la dignidad del ser humano. No puede convertirse en un deleite, el abismo para los demás. Resignarse ante tanta desgracia social es cobardía. El dolor de los pobres reclama más esfuerzo y solidaridad de quienes podemos ayudar. El sufrimiento de los marginados exige una actitud más audaz e imaginativa de gobernantes y de ciudadanos de bien.

La democracia no es solo el gobierno de las mayorías; democracia significa honestidad; tolerancia con la diferencia; respeto a la vida; y, sobre todo, solidaridad y misericordia con el otro. La democracia no solo está fundada en derechos, es, en esencia, deberes sociales. Antes que una fría teoría de minorías o mayorías, la democracia es una forma de vivir, de gozar, de servir al otro, y de compartir sin egoísmo.

Tenemos que recuperar el latido de la vida; el latido de la calle; el latido de la noche; la vitalidad del espacio público como el único lugar donde todos somos iguales; y el valor de la vida como don inviolable. Tenemos que salir del pensamiento enfermizo de convivir con la incultura de la violencia o con la incultura de la agresión permanente contra el otro. Tan odiosa es la agresión física como la digital que es la moda para destruir con impunidad. Es urgente una sociedad que sepa manejar sus emociones y crea en el diálogo, en la conversación, en el encuentro, en el gusto por las cosas bien hechas, en la honestidad, en el honor, en la dignidad de cada persona, en la estética. Quien ame lo estético, nunca será violento y luchará contra la inequidad social. Nada más antiestético que la desgracia de los demás.

Por acá no se invierte en Dignidad. En Colombia no paran las peleas entre los que aman el poder para usufructo de grupúsculos y no para servir a los demás.

El 99% del territorio, que es la zona rural, no tiene acceso a internet. Es muy indigno que los adultos y niños campesinos no tengan buen acceso a internet. Los dirigentes creen que son más exitosos haciendo pasquines en las redes sociales que resolviendo los problemas de la gente. De otro lado, por acá, los pobres se mueren primero; fuera de ser pobres, es indigno que también mueran primero. De estudios, estimo que la esperanza promedio de vida de un pobre en Colombia es 20 años menos que la de un millonario.  Y las reformas de la salud no hablan de eso, solo discuten quien se queda con más dinero público. Es indignidad que la inversión para el crédito y el empleo sea irrisoria. La mayor indignidad de un ser humano es no tener empleo; sin empleo es muy difícil ser buen ciudadano. Se necesita un Neobanco con más de un billón de pesos que le preste a los jóvenes y a la gente para generar su propio empleo y así, crear nuevas economías. Se necesita la revolución popular del crédito para el empleo; eso sí sería invertir en dignidad. El crédito en Colombia es solo para el que tiene mucho. Si seguimos con la misma economía tendremos 100 años más de pobreza.

Y así, se podría hacer un libro completo del país de las indignidades. La Dignidad no puede estar en subasta para el que más tenga. Lo más rentable para un territorio es invertir en Dignidad.

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Luis Pérez Gutiérrez
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