Le llaman el ‘Aeropuerto Internacional de las Aves’.
Visitado por extranjeros de Alemania, Australia, Dinamarca, Estados Unidos, Suecia, Francia, Canadá, Reino Unido, Japón y China, entre otros, para el estudio y avistamiento de aves, entre los meses de diciembre a marzo y luego entre junio y agosto. La mejor época para hacer este plan en el Vía Parque Isla de Salamanca, VIPIS.
Quizás usted lo desconoce como un lugar perfecto para observar fauna y flora. Lo cierto es que esta área protegida de Colombia, de 56.200 hectáreas de extensión, en 1998 fue declarada como sitio Ramsar de importancia mundial para su conservación y uso racional, por ser un sitio de gran valor para el país y el mundo debido a los servicios y beneficios de los ecosistemas que posee. Adicional, dos años después, la UNESCO lo declaró como Reserva del Hombre y la Biosfera. Allí se reúnen 275 especies de aves, 35 de reptiles, 9 de anfibios, más de 50 mamíferos y de 140 peces.
Su naturaleza salvaje, sus paisajes, playones, ciénagas, lagunas costeras y bosques de manglar se logran apreciar desde la carretera que la atraviesa entre las ciudades de Barranquilla y Santa Marta. De hecho, esta es la razón de su categoría de ‘Vía Parque’, única en el Sistema de Parques Nacionales Naturales del país.
La reserva ecológica del Caribe colombiano tiene 12.000 hectáreas de manglar, con cuatro especies de las cinco que hay en Colombia: amarillo, rojo, salado y negro. ¿Qué permite el manglar? Sirve de protección a las especies que se reproducen, alimentan y descansan mientras hacen ruta migratoria. Es refugio y hábitat de peces, cangrejos, jaibas, camarones y almejas que viven permanentemente o una parte de su vida en el manglar. También es blindaje de la erosión costera, protege de huracanes, por ejemplo, y controla las inundaciones.
Sin duda, el gran tesoro de Isla Salamanca son las aves que extienden sus alas en la zona, declarada Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA). Las hay acuáticas, que quedan en la orilla de los playones; las de bosques, las de tierra y las de mar como los pelícanos. Su posición geográfica es el punto de entrada para aves playeras como gaviotas, reinitas y otras especies migratorias que, huyendo del frío de Estados Unidos y Canadá, cruzan el Mar Caribe buscando descanso y comida con el fin de seguir su ruta hacia el sur de América. De aquí el nombre de ‘Aeropuerto Internacional de las Aves’.
Entre las especies de fauna se resalta el colibrí manglero o cienaguero (Lepidopyga lilliae), por ser endémico, es decir, que solo vive en los manglares del parque. Este se viste entre los colores negro, verde azulado, púrpura y gris. Cuentan los expertos que, lamentablemente, su hábitat está siendo afectado, por eso el Estado debe velar para que este ecosistema, y en general toda la reserva natural, sea salvaguardado.
Viendo a fondo esta naturaleza salvaje, el mercado turístico para la observación o avistamiento de aves, en su mayoría, son los ingleses y norteamericanos, lo que representa un derrame económico interesante para los departamentos de Atlántico y Magdalena. Incluso, un estudio realizado por Conservation Strategy Fund (CSF) en colaboración con National Audubon Society, sugiere que 278.850 observadores de Aves de Estados Unidos estarían interesados en visitar Colombia. Haciendo un cálculo rápido, si el gasto diario por persona fuera de 310 dólares, con 14.987 turistas anuales, las utilidades superarían los nueve millones de dólares anuales.
Adicionalmente al potencial para promover visitantes por aviturismo, este puede representar un apoyo monetario para las familias aledañas al VIPIS, a través de programas de ecoturismo y educación ambiental que lleve a los habitantes a ser aliados y guardianes de las aves, capaces de crear experiencias que promuevan la conservación con las comunidades locales.
Son múltiples virtudes los que llevan a idear paseos vacacionales y ecológicos, que seguro en la época de la pospandemia cuando se retomen las aventuras por el país, las reservas naturales serán destinos predilectos. Y Barranquilla, como vecino cercano, puede contribuir a la promoción de Isla Salamanca, a propósito de la estrategia de convertirse en la primera biodiverciudad de Colombia. Todo esto para conectar a las personas en actividades de conservación, educación ambiental y turismo de naturaleza.
Incluso, analizando el legado de nuestro Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, alrededor de cada uno de los municipios que conforman el imaginario territorio ‘Macondo’, están asociados a lugares reales como Aracataca y el parque, por ende, los turistas valoran la naturaleza relacionada con el Realismo Mágico.
La cifra de 1.325 visitas en 2019, 109 de extranjeros, es mínima ante la alta demanda que podría generar este pulmón ambiental del país. Como Senador de la República tengo el sueño de volver conocido este destino escondido, en el que se pueden hacer recorridos terrestres y acuáticos desde el sector de Los Cocos donde está el centro de visitantes. Como vemos, la estadía puede ser una oportunidad de esparcimiento, aprendizaje e investigación para distintos países del mundo y para los colombianos.