Gana protagonismo la FIFA, a medida que se acerca el mundial exótico, del calor y las restricciones, con decisiones superfluas que no profundizan, ante la necesidad de mejorar el juego.
Se habla ahora del lenguaje moderno del futbol, que se maquilla con rebuscadas palabras que confunden a los aficionados, e impulsan la pedantería.
También de las métricas que eliminan, tantas veces, los conceptos en los análisis, o le quitan importancia a las genialidades, las locuras y a las jugadas fuera de libreto.
El futbol no es solo sumar y restar. En cuál de estas pretenciosas evaluaciones que ganan espacio, que solo sirven a los entrenadores y a los periodistas sin profundidad ni sensibilidad, encajan las incidencias y habilidades de Yerson Candelo en la final del futbol colombiano, por ejemplo.
La FIFA maquilla las reglas, no las reforma. Por eso no consigue, como siempre se espera, dinamizar y potenciar el rendimiento en las canchas.
El portero y el fuera de lugar, han sido los puntos neurálgicos, a lo largo de la historia, para la transformación de los reglamentos, sin apreciar los alcances de otras modificaciones programadas, que se quedaron en el papel.
Como el saque de banda con los pies, que proyectaba Van Basten; los cuatro tiempos, el tiro de esquina medio y largo, la acumulación de infracciones para un cobro sin barrera, la tarjeta verde para la suspensión temporal y el castigo ejemplar a las simulaciones.
Fue René Higuita, con sus locuras, al comienzo de los noventa, quien motivó los últimos cambios en el reglamento.
Osado realizaba largos recorridos, lejos de su portería, con el balón atado a sus pies. Por ello la prohibición de la devolución del balón al portero en el inicio del juego, el largo pivoteo y la retención premeditada de la pelota, por más de seis segundos, para ganar tiempo.
La FIFA no cultiva siempre la ética en el juego, ve pasar los conflictos, en ocasiones, sin percatarse, o con la tendencia a manejar, desde la diplomacia sin riesgo, las soluciones. Tolera, por costumbre, a los goleadores de escritorio que ganan espacio en la competencia, como exaltación a la mediocridad.
De cambios en las canchas, poco, muy poco y de castigo a los simuladores, nada.
En el futbol lo ideal es “jugar la simple” y tomar el camino correcto, pero evitar sospechas y desconfianzas