Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

Kursk

Meses después de entrar en un punto muerto, las operaciones militares entre Kiev y Moscú han tomado un nuevo aire. La iniciativa del inesperado giro la tomaron las tropas de Zelensky que invadieron, el pasado 06 de agosto, una muy pequeña pero significativa zona al interior de Kursk a unos 500 kilómetros (320 millas) de Moscú. 

Los rusos no tenían tropas extranjeras sobre suelo patrio desde 1941. Ochenta y tres años después, Rusia vuelve a ser invadida. Para el público ruso, la incursión en Kursk le viene a dar la razón a Putin quien venía insistiendo en que Rusia era amenazada por la OTAN a través de Ucrania. Para la opinión pública ucraniana es prueba suficiente de que pueden salir vencedores y que nada está, por ahora, del todo perdido. 

Desde el punto de vista estratégico, es un golpe para el Kremlin en tanto que muestra una vulnerabilidad defensiva incuestionable. Tácticamente hablando, refleja el agotamiento de las fuerzas rusas que están tan exhaustas como la opinión pública mundial. De hecho, la reacción fue muy pasiva si se compara la magnitud estratégica del hecho con el despliegue informativo. 

Ahora bien, en esta maniobra militar el factor sorpresa fue decisivo y resalta que los ucranianos planearon y ejecutaron la incursión bajo los parámetros más rigurosos de inteligencia militar y, sobre todo, lograron que no fuera infiltrada por Moscú. Esto habla muy bien del profesionalismo de las tropas ucranianas y del liderazgo cívico-militar que ha resistido por cerca de treinta meses el hostigamiento ruso. 

Por ello, resulta probable que Putin busque un responsable de todo esto. Es más, la responsabilidad podría ir por los lados del general que Shoigu que ya había sido removido del Ministerio de Defensa y reemplazado por el economista Andrey Belousov. Aunque el portavoz ruso, Dmitri Peskov, afirmó en su momento que el cambio se debió para darle un enfoque más económico a la guerra o, si también se prefiere, un enfoque de guerra a la economía que, por demás, no ha sufrido un colapso con las sanciones impuestas por Occidente.

En cuanto a la respuesta del Kremlin, se hizo a lo Vladimir Putin, es decir, fue debidamente planeada y contundentemente ejecutada tal como lo anunció el mismo 07 de agosto al decir que era una provocación a gran escala y, por lo tanto, se vendría una respuesta digna. De ahí que, el lunes pasado en las horas de la mañana, Kiev y otras 14 zonas fueron sometidas a una descarga de drones y misiles cuyas imágenes quedaron captadas por algunas cadenas internacionales de información. Al igual que pudimos apreciar la manera en que millones de ucranianos se refugiaban en las diferentes estaciones del metro. 

Por su parte, Zelensky ha dicho que esto no es una incursión militar, en estricto sentido, sino que es para crear una zona neutral (buffer zone) al cortar todo tipo de vasos comunicantes con la región del Donbas, pues, desde esta área las tropas rusas se abastecen para ejecutar operaciones logísticas.

Pero, el tema va por otro lado, el martes Zelensky confirmó que tiene un plan de paz que va a presentar no solo a Biden (incluye a Harris y a Trump) en próximas semanas cuando viaje a Washington para la sesión de la ONU. No obstante, se debe tener en cuenta que lo que controla Kiev hasta este momento en Rusia es el 0.007% del territorio ruso, mientras lo que controla Rusia en territorio ucraniano es del 18%. Dicho de otra manera, Ucrania necesita avanzar más militarmente antes de que Zelensky llegue a Washington y pueda tener mayores argumentos geopolíticos para hacer atractiva, ante los ojos del Kremlin, cualquier propuesta que conduzca a terminar la guerra. 

Aun cuando en este momento resulta poco probable una negociación entre Moscú y Kiev toda vez que la ventaja estratégica (por ahora) la tiene Zelensky, lo que aleja la posibilidad de ver a Putin cediendo en este escenario para negociar cualquier imperativo geopolítico; excepto 230 prisioneros tal como sucedió al sábado pasado cuando vimos como soldados de ambos ejércitos regresaron a casa. 

Así, resulta poco probable que Rusia negocie en este momento a fin de ceder parte de los territorios que anexó ilegalmente, vía referendos, en 2022 a cambio de que las tropas ucranianas evacuen la pequeña parte de Kursk.  Sin embargo, todo lo que logre conquistar Ucrania en territorio ruso será de ventaja estratégica absoluta para Kiev y una derrota, a ese mismo nivel, para Moscú así los aparatos propagandísticos desestimen la situación.

Rusia no puede subestimar lo que está pasando en Kursk porque Zelesnky buscará aumentar el control en Kursk mientras viaja a Washington con el plan que llevará a la ONU desde donde buscará presionar multilateralmente a Moscú a fin de que la propuesta tenga eco al interior del Kremlin. Putin sabe, de sobra, que la propuesta de Zelensky solo tendrá valor estratégico si las tropas rusas no logran detener un avance significativo de los ucranianos al interior de Rusia. De lo contrario, la guerra se prolongará.

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