Las pantallas de los teléfonos móviles han tenido un efecto devastador, especialmente en niños y adolescentes. Este fenómeno ha transformado su forma de interactuar: cada vez evitan más las conversaciones verbales, incluso por el mismo teléfono, prefiriendo el chateo constante y los juegos digitales que el mundo virtual ofrece en cantidades desbordantes.
Jonathan Haidt, autor del libro Generación Ansiosa, aborda de manera cruda el abismo emocional en el que se encuentra nuestra juventud. Su obra, recomendada incluso por Bill Gates, debería convertirse en una lectura obligatoria para padres y educadores. Haidt nos urge a tomar medidas antes de que sea demasiado tarde.
“Las consecuencias son asombrosas”, advierte Gates. “Para la generación sobre la que escribe Haidt, esto ha coincidido con fuertes picos de ansiedad y depresión, mayores tasas de trastornos alimentarios y autolesiones, caída en picado de la autoestima y profundos sentimientos de aislamiento, a pesar de una conexión más continua y a demanda que nunca”.
Las estadísticas confirman esta realidad alarmante: niños y adolescentes pueden pasar hasta ocho horas diarias frente a una pantalla en actividades recreativas. Las consecuencias incluyen problemas para conciliar el sueño, insomnio, dificultades de concentración e irritabilidad constante.
Jonathan Haidt propone algunas soluciones frente a esta auténtica hecatombe emocional: Retrasar el uso de dispositivos: Postergar la entrega de teléfonos móviles hasta que los jóvenes alcancen la mayoría de edad y también prohibir el uso de celulares en colegios, algunos países ya han implementado esta medida para proteger la salud mental de sus estudiantes.
Pero la solución no puede recaer solo en las familias. Los colegios y los gobiernos deben aplicar políticas públicas rigurosas que regulen el tiempo de exposición digital.
El problema no se limita a la salud emocional. También se observa un deterioro en la capacidad cognitiva de los jóvenes. La habilidad para reflexionar, analizar y entablar conversaciones profundas está en declive. La irrupción de la inteligencia artificial amenaza con agravar esta situación si no se toman medidas urgentes.
La capacidad de compresión disminuye, sus reflexiones y análisis son los más perjudicados. Es un asunto que escala más allá de los padres de familia, deben involucrarse colegios y los gobiernos aplicar políticas públicas más rigurosas, de lo contrario, pasaremos de una generación ansiosa a una perdida.
Estamos ante una encrucijada: o actuamos con decisión o veremos cómo una generación ansiosa se convierte en una generación perdida.