Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

“La paz total”

La instalación del nuevo Congrezoo, perdón, Congreso, de mayoría petrista, fue un espectáculo grasiento, grotesco y grosero de los parlamentarios del nuevo gobierno. Sin saberlo, le estaban dando la razón al editorial del diario El Colombiano, de Medellín, del 16 de enero de 1964 (¡hace casi 60 años!), que afirmaba: “Desgraciadamente hay un obstáculo para la adecuada integración del Congreso, que es común a casi todas las democracias de América Latina. Nos referimos a la falta de interés de las personas capaces, preparadas y cultas por los cargos de representación popular”. Más claro no cantan ni los gallos de las Benedetti. 

Pues bien, esas personas no capaces ni preparadas ni cultas son las mismas que andan intimidando con “la paz total”, el Norte que guía, al parecer, al presidente Petro, de la que habla a diario. ¿Qué significa “paz total”? Todo y nada. Cuando Jorge Eliécer Gaitán pronunciaba sus encendidos discursos en el Teatro Municipal de Bogotá, en la primera mitad del siglo XX, decía cosas similares a estas: “¡Porque el perenne partido liberal dará las batallas más estrepitosas que pueblo alguno haya forjado ante los ojos de Atenea para lograr sus indeclinables propósitos en presencia de la mirada augusta y robusta de la diosa Hera sin importar las huellas inevitables y las heridas incombustibles que esa lucha marque en la conciencia incandescente y plausible de las gentes!”. Gentes que no entendían ni mu, pero que estallaban en glorias por la vida del caudillo –arrebatada por hados no preparados ni cultos el 9 de abril de 1948– y exclamaban al salir: “¡Qué hifueputa discurso, hola!”, “¡Ese tipo es un putas!”.

Algo parecido comienza a suceder con la paz total, amasijo verbal y conceptual elogiado ahora por comendadores y comentaristas, y por las huestes armadas y desarmadas del nuevo régimen, sin saber qué es. Pero juguemos a la Academia de la lengua y digamos que paz total es la satisfacción estable que emana de la ausencia plena de frustraciones y problemas. Por lo tanto, dado el adn marxista-leninista –no desmentido– de Petro y su gente, es factible que durante su primer gobierno tome o propicie decisiones, entre otras, como las 14 siguientes:

• Que opere un único Partido, el comunista, como en Cuba.

• Que el Congreso sea unicameral y se denomine “Congreso Nacional del Pueblo”.

• Que prohíba la existencia de sindicatos “porque los trabajadores ya gobiernan”.

• Que la economía total se rija por las directrices del Partido.

• Que el Estado se estructure según la filosofía de esa organización.

• Que la educación privada desaparezca y solo exista la pública, bajo las luces del Partido.

• Que restrinja la libre movilización de las personas por el territorio nacional.

• Que exija a los medios de comunicación, cualesquiera sean, el respaldo continuo al gobierno del pueblo.

• Que el arte, la música, la escritura y otras expresiones de la creación estén “al servicio del pueblo”.

• Que todas las confesiones religiosas apoyen sin dudas al nuevo orden.

• Que las Fuerzas Armadas acojan la doctrina marxista-leninista para estar al servicio del Partido 

• Que a quienes convoquen o realicen protestas contra su gobierno se les considere “enemigos del pueblo”, como en Cuba.

• Que establezca la justicia popular para enfrentar a quienes desafíen la paz total

• Que cree campos de internamiento y reeducación para los opositores

Si con decisiones dictatoriales como esas, y muchas más, no consiguen la paz 0 problemas, es porque Petro y todos sus “RoyBarreras” no son ni capaces ni preparados ni cultos. Aunque queda pendiente saber qué entiende la ciudadanía por paz total, pero es harina de otro costal. 

INFLEXIÓN. “Quien quiere hacer política, día a día debe adaptarse a la regla principal de la democracia, la de moderar los tonos cuando es necesario para lograr un fin, pactar con el adversario, comprometerse cuando no sea humillante y cuando es el único medio de obtener algún resultado”. ¿Servirán de algo esas pistas de Norberto Bobbio?.

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Ignacio Arizmendi Posada
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