
En su columna dominical en el diario El Tiempo del pasado 14 de junio, la periodista María Isabel Rueda echa a andar cuatro ruedas que llevan un tiempo quietas, espectáculo en el que el personaje central es el senador Gustavo Petro. Las ruedas son: el reciente viaje de este jefe neoestalinista a la Cuba comunista, “el peligro” de que presida un gobierno en Colombia, los famosos fajos de dinero que recibió a escondidas, y la singularidad de la casa en donde se registró el hecho.
Al referirse al primer tema, Rueda habla del “extraño viaje a Cuba, que a nadie convenció, acerca de sus propósitos terapéuticos”; del segundo afirma que “pocos han reparado en que un gobierno de Petro causaría más estragos en la economía colombiana que el coronavirus, volviéndola peor que la de Venezuela”; sobre el tercero precisa:
“Lástima que el episodio de las chuspas de plata a Petro no tenga encima a un investigador doliente que nos diga si formaba parte de un engranaje de lavado de activos”; y respecto del cuarto tema, sostiene que “no deja de ser extraño que en la casa del señor Montes, donde se entregaron las chuspas, en lugar de sala y de comedor hubiera cientos de archivadores, con contratos cuidadosamente organizados”.
¿El espíritu investigativo de no pocos de los periodistas capitalinos se centra sólo en los asuntos relacionados con el Expte Uribe?
La columnista deja claro que las ruedas andan sueltas porque ni instituciones ni periodistas han fijado su atención en los asuntos a los que ella se refiere, como si carecieran de trascendencia sabiendo que el señor Petro aspira a gobernarnos en línea con su estirpe ideológica estalinista. Paso que ninguna institución del Estado les haya echado los perros, dado su desprestigio. Lo que sí no paso es que ningún periodista de los grandes medios capitalinos sea doliente, como dice María Isabel, de una o más de las cuatro ruedas, para que investigue e informe.
Si el actor principal de estos casos no fuera Petro sino el expresidente Álvaro Uribe, la mayoría de los periodistas de los medios (en especial de Bogotá) le harían cada día –como se aprecia a menudo– un seguimiento “fo”, llevados del desafecto al exmandatario y el anhelo de sacarle el aire, entre otras cosas por ser el enemigo público número 1 de la izquierda y la “mamertería” prochavista.
Por ello es válido preguntarse por qué no proceden de manera similar ante las actuaciones pasadas o presentes de Gustavo Petro. ¿Porque lo ordenan los jefes o los dueños de los medios? ¿Porque muchos sienten un temor paralizante? ¿Por simpatía con el Chávez colombiano y sus ideas? ¿Por ineptitud profesional? ¿Por intereses bastardos? Cualquiera de las respuestas constituye una dimensión nefasta para el periodismo nacional y lesiona el quehacer profesional, sobre todo cuando se trata de hechos con claves de enorme significación para la confianza pública y el juego limpio.
Estudié periodismo, condición con la cual fui profesor y decano universitario, experiencias que me dejaron claros algunos de los cánones básicos de la profesión. Uno de ellos indica que el buen periodista muestra una curiosidad inteligente respecto de las realidades que interesan al buen andar de la sociedad. Sin embargo, a no pocos la curiosidad apenas les alcanza para conocer la pulsera de marca que Fulano le dio a su novio el día del casamiento, o para pedir a los usuarios del medio que opinen de las tetas de una actriz en ascenso. Otro canon habla del afán investigativo, que debe activarse para sacar a flote actos que violentan la credibilidad ciudadana y ponen en jaque el equilibrio razonable de una comunidad, como los temas recordados por la columnista Rueda. No obstante, para muchos, ese afán parece activarse sólo y solo si se trata de Uribe.
Petro, a la semana de regresar de su “extraño” viaje a Cuba, le exige a la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez que renuncie por no haberle contado “al pueblo” lo del episodio delincuencial de su hermano en los Estados Unidos. ¿Es que el señor Petro le contó al pueblo lo que hizo en Cuba, más allá del supuesto interés médico? ¿O acerca de los millones de pesos que recibió en chuspas, por qué al escondido y por qué en una casa con más archivos que muebles? El campeón de la transparencia tiene esas deudas, y otras, con “el pueblo”. ¿En dónde están la curiosidad inteligente y el afán investigativo de los hombres y mujeres de prensa? ¿Los tienen prensados?
Así las cosas, ¿qué tal, estimada doctora Rueda, si a su entrevista de cada lunes en El Tiempo invita a Petro y le pregunta, con buenas neuronas y hormonas, sobre cada una de las ruedas sueltas? Y también de la ideología neoestalinista con la que aspira a gobernar. Y qué opina de temas históricos como el marxismo-leninismo, la Unión Soviética, la revolución cubana, la lucha armada, Chávez, “el comandante eterno”. Y precisa las supuestas diferencias ideológicas de Petro con las Farc, el partido comunista colombiano, el Eln, la UP. Etc.
INFLEXIÓN. “Si así lo hiciereis, Dios y la patria os lo premien, o, si no, Él y ella os lo demanden”…
Por: Ignacio Arizmendi Posada
20/6/20