Hoy celebramos el Día Internacional de las Microempresas, de las Pequeñas y Medianas Empresas, una iniciativa aprobada por la ONU en 2017 para reconocer su importancia en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
De acuerdo con el Consejo Internacional para la Pequeña Empresa, este tipo de negocios representa más del 90% del total de compañías, son responsables de cerca del 70% del empleo y conforman el 50% del Producto Interno Bruto (PIB) a nivel mundial.
En Colombia, como en muchos países, son las pequeñas y las medianas empresas las que emplean a la mayoría de los trabajadores de las zonas vulnerables y en algunas comunidades rurales se constituyen en la única fuente de empleo.
Por fomentar la creatividad, la innovación y el trabajo digno para todos, las PYME contribuyen de una manera muy importante en la consecución de los ODS. A nivel mundial, como consecuencia del Covid 19, este tipo de empresas experimentan uno de sus mayores retos. Las medidas decretadas en casi todos los países para afrontar la pandemia han influido directamente en sus ingresos, haciendo que muchas no soporten la situación y cierren sus puertas.
Como respuesta los gobiernos, agremiaciones y actores sociales en cada país implementan estrategias para mantener, salvaguardar y proteger a este sector, del cual depende gran parte de su estabilidad económica y social.
Sin embargo, en Colombia la situación hoy es aún más grave. A los efectos del Coronavirus los pequeños y medianos empresarios le pusieron el pecho y, aunque lamentablemente algunos desaparecieron en el intento, una gran mayoría sigue luchando para sobrevivir y enfrentarse a un nuevo enemigo.
Como si fuera poco, las PYME en nuestro país deben sumarle al Covid la violencia, la parálisis en el transporte y el miedo ocasionado por los desmanes en las protestas sociales que ya se han hecho frecuentes.
Mientras en el mundo todos los ciudadanos se esfuerzan por apoyar a este sector, aquí muchos, entendiendo o no la complejidad de la situación, atentan contra sus actividades de una manera completamente irresponsable, disfrazándola de una cruzada contra la desigualdad y la pobreza.
Debemos comprender que las empresas, todas las empresas, tanto pequeñas como medianas y grandes, son el motor que impulsa las economías, son quienes generan la mayor cantidad de empleos y pagan un gran porcentaje de los impuestos.
Atentar contra el funcionamiento de las empresas es atentar contra la vida porque se priva a cientos de miles de personas de acceder a un salario, de adquirir alimentos, de tener oportunidad en la atención médica y de contar con servicios públicos, entre otras cosas.
Aunque me causa tristeza la condición de las empresas en Colombia, me uno a la celebración del Día Internacional de las Microempresas, de las Pequeñas y Medianas empresas, les expreso toda mi solidaridad y hago un llamado para que, los violentos, y todos aquellos que por ira atentan contra el estado de derecho, hagan un alto en el camino y reflexionen sobre las nefastas consecuencias que sus actos están ocasionando, no solo en los empresarios de todos los niveles, sino en las personas por las cuales dicen luchar.