Nos encontramos casi al cierre de este 2020, y en este hoy de nuestra vida, llegamos a la navidad, pero nos aparece sorpresiva y molesta. Me permito enmarcar esta celebración en el acontecimiento que motivó esta celebración anual y en el hoy de este año, con los acontecimientos que hemos vivido y las secuelas que han dejado en toda la humanidad.
Hace ya más de veinte siglos apareció un hombre esperado por el pueblo judío, y por supuesto por toda la humanidad, un Mesías, es decir un salvador, para el pueblo judío que vivía esclavo. Pero resulta, que, ese Mesías esperado por su pueblo de origen, no era el que llenaría las expectativas de su raza. Por ello, desde su nacimiento, comenzaron muchas sorpresas y muchas molestias.
Una sorpresa: nace pobre y en un pueblo desconocido: Belén de Efrata. Nacimiento molesto para dirigentes, autoridades religiosas y mandatarios que esperaban un rey guerrero, liberador, político y famoso. Hoy recordamos otra vez ese nacimiento en un mundo desarrollado, técnico, globalizado y convulsionado, tenemos muchas y variadas sorpresas: una pandemia con las secuelas que todos conocemos, muerte a causa de ella, desempleo, cierre de negocios y empresas y a esta hora pocas soluciones de los grandes científicos para contrarrestar dicho virus; miedo, encierro, desespero en miles de personas.
Entonces esta es una navidad que nos sorprende y causa la molestia de una celebración que será con un estilo inesperado, obligados a salirnos de los moldes bulliciosos, de las tradicionales fiestas navideñas. Pregunto: no será esta una buena oportunidad, para entrar en un cuestionamiento serio y profundo sobre nuestra toma de conciencia para ser más corresponsables: ¿gobiernos, empresarios, ciudadanos, familias, las mismas religiones, acerca del cuidado humano, espiritual, profundo de la vida, del planeta, y del mismo desarrollo de la humanidad?
Este es un llamado a entrar en un silencio al interior de cada uno, en una sana alegría, fruto de una ética que revive los valores que nos hemos encargado de debilitar y destruir. ¿Qué lugar ocupa en este devenir de nuestra vida, lo trascendente, lo divino, lo que unifica al ser humano, su espíritu?
Aquí encuentro una segunda sorpresa con su molestia; el Jesús de Belén, sorprende con su nacimiento silencioso, no tiene las elegancias y protocolos de un libertador, no es visitado por magnates y poderosos de su tierra, más bien es perseguido y acusado porque amenaza la seguridad de ellos; sus admiradores y visitantes son unos pastores y unos reyes extraños, llamados magos.
Hoy, en la navidad 2020, revivimos la navidad de ese Jesús de Belén. Miramos el panorama de un mundo sorprendido por los sucesos que a todos nos han incomodado, una navidad que nos ubica en un mundo de injusticia, de irrespeto a los derechos humanos, de gobiernos totalitarios, de una sociedad como dice el papa Francisco, invadida por los muros de la desigualdad, el rechazo al otro, al desplazado, al hermano que tiene que dejarse explotar por un trabajo mal remunerado, un mundo en el que se nos quiere imponer la voluntad de unos pocos poderosos. Ante este panorama tenemos que salir de la indiferencia, del miedo, del yo y del egoísmo.
Es el momento para levantar la voz que clama justicia y amor, que como dice el papa Francisco nos abre al otro, a su encuentro, por la caridad, por la bondad, por la auténtica convivencia. Esta navidad nos debe dejar un compromiso de eliminar las fronteras entre los pueblos, los gobiernos y las familias; que nos comprometa a quitar los muros de las tinieblas que oscurecen nuestro mundo; a hacer de la paz y el perdón un arte y de la fraternidad un servicio que unifica y eleva.
Navidad 2020 sorpresiva y molesta, pero que abre nuevas esperanzas, que muestra nuevos senderos para un futuro mejor; navidad 2020 sorpresiva y molesta para quienes quieren quedarse estáticos, pero dinámica para quienes creemos que comienza una nueva era en la que podemos vivir verdaderamente como hermanos, alegres y felices porque todos tenemos abundancia de paz, de todos los bienes y del amor que llena la humanidad entera.
¡Feliz navidad!
