En días pasados, el Contralor General de la Nación, Carlos Felipe Córdoba, y el Procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, llamaron la atención sobre los plazos de aprobación para los Planes Territoriales, afirmando que dada la pandemia del Covid-19, las autoridades locales y regionales habían establecido proyecciones que no contaban con las consecuencias de esta, y que por lo tanto, los Planes que hoy existen no han podido ajustarse a las nuevas realidades; solicitando así, al Gobierno Nacional y al Departamento de Planeación Nacional, tramitar una ley para que se amplíe el plazo de aprobación de dichos instrumentos de planificación de los entes territoriales.
En Bogotá, el panorama no es ajeno a lo señalado por los órganos de control. Aunque el Plan de Desarrollo Distrital “Un Nuevo Contrato Social y Ambiental para la Bogotá del Siglo XXI” fue radicado hace más de una semana en el Concejo de Bogotá, y ya está siendo estudiado y analizado por los cabildantes, las inquietudes e inconformidades frente al documento no han dejado de suscitarse.
La capital tiene hoy 4.028 casos positivos de COVID-19, siendo la ciudad con más infectados, albergando el 38% de los casos totales del país. Situación que no sólo la convierte en un gran epicentro de contagio, sino también en un escenario de grandes y contundentes cambios en sus realidades socioeconómicas como consecuencia de los efectos generados por la pandemia, y las medidas tomadas por los gobernantes en pro de mitigar su propagación.
En este sentido, el Plan de Desarrollo de Bogotá requiere de una actualización y revisión en las consideraciones y efectos socioeconómicos que ha traído consigo la crisis derivada por el COVID-19. Según, Fedesarrollo, actualmente, en Bogotá se puede estar hablando de una tasa de desempleo del 20%, la cual podría llegar hasta un 21,5% en el transcurso del año en curso, incluso superando la tasa nacional. Igualmente, la entidad ha señalado que la tasa de pobreza podría caer en la ciudad hasta un 6%, mientras que el Plan de Desarrollo, se queda bastante corto, contemplando una caída de hasta el 2%.
Lo anterior, sumado a un presupuesto de escasos $778 mil millones pesos designados al Sector de Desarrollo y a la ausencia de un plan de choque real para el sector productivo, especialmente los sectores comercial y de los servicios, termina no sólo por desconocer la actual coyuntura, sino además por olvidar importantes sectores como el turismo, y dejar sin sustento metas establecidas en el mismo Plan de Desarrollo, como aquellas que contemplan provisionar con empleo a 50 mil jóvenes con empleo y proveer plazas laborales para 70 mil mujeres. Preguntémonos entonces, ¿en dónde vamos encontrar estos empleos, si no estamos cuidando y atendiendo la supervivencia de las empresas, en especial a la micro, pequeña y mediana empresa, que corresponde al 90% del tejido empresarial de la capital?
Tras la pandemia el comercio y la industria son dos de los sectores más afectados a nivel nacional. Sin embargo, en Bogotá, dado que los servicios son las economías que integran en mayor medida el PIB de la ciudad, y son estos los más afectados en su operación, el panorama se torna más negativo y desalentador de lo que parece ser a nivel nacional.
Lo que se impondría luego de analizado lo anterior, es repensar el plan en su totalidad, replanteando las metas e indicadores que se ajusten a la realidad que hoy enfrentamos como consecuencia de los efectos producto de la pandemia. Para ello, no cabe duda, que urge la ampliación legal de los plazos para la aprobación del documento más importante para nuestra ciudad.
Finalmente, es necesario mencionar que el Plan de Desarrollo es una hoja de ruta en la medida que nos permita evaluar periódicamente los resultados alcanzados conforme el cumplimiento de metas y observancia de los indicadores ya mencionados, ejercicio que en este plan no se contempla. En este escenario, lejos de querer un documento aprobado con premura, necesitamos un Plan que contemple en su totalidad los temas insoslayables de la actual coyuntura, y por lo tanto, permita su medición, seguimiento y evaluación real en la tarea concerniente a nuestro control político. Solo así, podrá ser este el mejor Plan para Bogotá, solo de esta manera se podrán ofrecer soluciones reales problemáticas sentidas de nuestros conciudadanos.