Carlos Salas
Carlos Salas

Que se vayan ellos...

Hace cincuenta años, después de cantar empalagosas canciones de amor que lo hicieron popular, Piero resolvió convertirse en uno más de los cantautores latinoamericanos que hicieron activismo político de izquierda con sus letras y tonadas. Hace cincuenta años terminé mi bachillerato y era uno más de los que nos sentíamos revolucionarios al escucharlas. Ese giro de Piero nos pareció natural ¿En qué se podría diferenciar un estribillo del tipo "llegando llegaste" al del "que se vayan ellos"? En nada.

Escuchando a Guadalupe Correa-Cabrera relatar como pasó de ser becaria de Soros, con todos los beneficios que eso le significaba, a una crítica del mismo Soros al comprender que las migraciones hacen parte de la agenda globalista, conclusión sacada de las investigaciones que llevaba sobre la incidencia de los carteles de la droga en ese fenómeno, encuentro una voz autorizada y bien documentada que respalda mis opiniones sobre los desplazamientos de millones de personas como estrategia de expropiación de aquellos que, con sus políticas desastrosas pero bien planificadas para sus fines nada filantrópicos, se hacen pasar por adalides de la libertad.

Es aterradora la cifra de venezolanos que se han visto obligados al destierro; flujo que, en lugar de disminuir, como era de esperarse por simple cuestión de números, aumenta cada día. Crimen de lesa humanidad que cuenta con la complicidad de los gobiernos de toda América, con contadas excepciones. Colombia le abrió el paso a esa desbandada empujada por la narco tiranía causando con esto un vacío en la oposición venezolana, lo que ha permitido que se mantenga en el poder una cúpula criminal que está acabando con un país lleno de riquezas. 

Riqueza, ahí se encuentra la raíz del asunto. Ésta monstruosa expoliación no se habría podido dar sino en un país con inmensos yacimientos de petróleo, gas y minerales, con tierras para la agricultura y la ganadería, con selva y fuentes de agua inagotables, es decir, el paraíso en la tierra. 

"Que se vayan ellos", no solo los empresarios, los trabajadores, los que tienen mucho, poco o nada, todos, toditos, lo cantan ahora los que están en el poder siguiendo los pasos de Chávez. Los que se van son millones de desplazados con una receta cuyos ingredientes son el  populismo estatal, la corrupción, el crimen organizado y la represión, entre otros, mezclados en el caldo de la agenda globalista que no tiene compasión.

Colombia es la que sigue en la lista. En poco se diferencia nuestro suelo al de Venezuela. Tenemos inmensas riquezas que no van a ser explotadas buscando un camino al desarrollo que sacaría adelante al país, sino que se van a reservar para que los expropiadores se queden con todo.

Llevamos tres décadas preparándoles el terreno. Desde las conversaciones del Caguán, a las que asistió Piero con sus canciones, hasta la llegada de un personaje, que en poco se diferencia de su compatriota Maduro con quién compite en maldad, por el que votó el mismo Piero en 2018.

Que nos vayamos nosotros, la burguesía y el proletariado, para utilizar los términos de quienes se van a quedar con todo, y no ellos. Paradojas de la vida a las que ni las pegajosas canciones del viejo Piero podrían ponerle letra.

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