¿Quién podrá defendernos del sistema financiero?

Las esperanzas frustradas de las empresas que requieren contar con los créditos que les permitan cubrir sus costos (entre ellos las nóminas) en momentos en que los ingresos no llegan, dan paso a pensar el papel que cumple el sistema financiero en nuestra economía.

Es frecuente escuchar y leer noticias en estos días de aislamiento respecto a ciudadanos y empresarios que se quejan porque los anuncios que ha hecho el gobierno sobre temas como los alivios para cancelar cuotas, intereses más bajos por el uso de tarjetas de crédito o acceso a recursos de liquidez para paliar esta crisis no se materializan. Los establecimientos de crédito, en muchos casos, no tienen canales de comunicación eficientes para atender a los usuarios que solicitan apoyo o, sencillamente, deciden no desembolsar dinero a los afectados por la crisis porque consideran que esto es una operación riesgosa.

Esto ha pasado, por ejemplo, con empresarios que operan en el sector turismo, como los hoteles. En el sistema financiero se considera que el gobierno debe ofrecer una garantía más alta sobre esos nuevos créditos para que ellos accedan a prestar, según ellos, porque los dineros que se entregan vienen de los ahorros de los colombianos y deben manejarse con cuidado. Ojalá ese respeto por los ahorros de sus usuarios también se tuviera a la hora de fijar los intereses que pagan esas entidades a quienes depositan su dinero, o en el momento de decidir aplicar un sin fin de cuotas y comisiones que hacen casi nulas las ganancias de los ahorradores.

Toda esta realidad, que es aún más evidente con la pandemia, debe llevar a mirar con más profundidad el papel de estos establecimientos de crédito en la economía. En teoría, y en términos muy simples, su papel es canalizar, de forma eficiente, el ahorro de unos agentes hacia personas o empresas que desean hacer inversión, pero no cuentan con los recursos suficientes en un momento dado. Esto para facilitar el crecimiento económico y evitar que cada inversionista deba hacer una búsqueda y una negociación particular con alguien que tenga recursos.

Hasta ahí suena muy bien, y en Colombia se encuentra que, a grandes rasgos, esto es lo que pasa con empresas grandes. Pero las MiPymes tienen enormes dificultades para acceder a recursos del sistema financiero. Sólo cerca de un tercio tiene créditos lo que, según datos de ANIF, es en parte el resultado de los muchos trámites y de los altos intereses.

Estas micro, pequeñas y medianas empresas no son muy atractivas para bancos y corporaciones y el apoyo del gobierno para ellas es más bien débil. Distinto al caso de Brasil en donde, según estudios como el de Morfín Maciel para la CEPAL, el Estado interviene para facilitar su acceso a recursos con medidas como la fijación de topes a las tasas de interés. En este contexto, era difícil esperar que, en medio de esta crisis, los establecimientos de crédito por sí solos actuarán de forma diferente a la que acostumbran frente a las MiPymes a pesar de los intentos del Gobierno.

Además de esa realidad, lo que también se encuentra sobre el sistema financiero en el país es que es un sector que gana descomunales cifras a pesar de tener contentos a muy pocos. Según lo destacó el diario El Tiempo, la Superintendencia Financiera y las distintas oficinas de defensa de los consumidores reciben 171 quejas CADA HORA respectos al servicio de bancos, corporaciones y cooperativas financieras. Entre los motivos de inconformidad están cobros por transacciones que no se hicieron, descuentos injustificados, fallas en cajeros automáticos y cobro de servicios y comisiones a cuentas de ahorro.

Al lado de esos datos están los de las utilidades del sector. En 2019, sólo los establecimientos de crédito vieron crecer sus ganancias en 10,6%. Sus utilidades llegaron a $13,1 billones de pesos según datos de la Superintendencia. De ese monto $11 billones correspondieron a los bancos, $1,9 billones a las cooperativas financieras, $145 mil millones a las corporaciones y $97 mil millones a las compañías de financiamiento. Tan sólo en el primer trimestre de 2019, algunos bancos tenían crecimiento de ganancias en más de 100% frente al mismo periodo de 2018 (valga decir que hay algunos con crecimientos de hasta 800%).

Según expertos, estas extraordinarias cifras revelan por lo menos dos cosas. La primera, el sector no crece de acuerdo al crecimiento de la economía sino por el alto valor de los cobros que realizan, lo que quiere decir, según lo expresado por César Ferrari, están extrayendo recursos de otros sectores económicos. Segundo, el esquema tributario del país no funciona para captar recursos de los sectores que tienen ganancias muy altas (muy por encima de lo razonable).

La falta de regulación en todos los sentidos es un grave problema. No sólo dificulta que el sistema cumpla su verdadera función de inyectar recursos al sistema productivo en su conjunto, sino que permite terribles abusos que desgastan la capacidad de ahorro y la confianza de los ciudadanos.

Se ha avanzado de a poco, rasguñando algunos recursos mal ganados por el sector financiero. Esto se hizo mediante normas como la Ley 1555 de 2012 que permitió el pago anticipado de deudas sin penalización o la Ley 2009 de 2019 que hace que por lo menos tres servicios financieros al mes no se cobren porque deben entenderse como cubiertos por el valor que se carga como cuota de manejo de diferentes tipos de productos, entre ellos las cuentas de ahorro. Pero aún falta mucho para llegar a un sistema justo.

Ojalá el sector bancario al decidir en esta crisis retirar la demanda contra la Ley de Financiamiento que les obliga a pagar una sobretasa al impuesto de renta que les representa desembolsar $700 mil millones, no espere que consideremos este “gesto” como un acto de solidaridad. Es sólo un paso para consolidar cierto equilibrio en nuestro sistema económico.

Por otro lado, preocupa que lo único que puede hacer el gobierno en esta emergencia es un “llamado” del presidente Duque para que el sistema financiero colabore y recuerde lo generosos que fueron los colombianos para salvarlos de la crisis que pasaron hace 20 años (refiriéndose al 4x1000). 

Mucho hay que reevaluar de lo que hace el sector financiero en la economía. Esta crisis generada por la pandemia por Covid 19 viene a mostrarnos este hecho aún con más fuerza. El modelo de desarrollo para salir de la crisis debe tener en cuenta esta realidad. Hay que poner las cosas en un orden más justo y con ganancias razonables para todos. Flexibilizar el mercado de trabajo, la típica receta para generar empleo a un costo más bajo, no puede ser ahora el remedio. Hay medidas, mucho más drásticas, que tocan intereses poderosos, pero que pueden ser realmente efectivas para que vivamos en un sistema económico más digno.

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