¿Quién teme a Timo?

Hace dos semanas, al mediodía del 11 de febrero, el periodista Juan Pablo Calvás y dos colegas invitaron a su programa “Sigue La W” a Rodrigo Londoño, Timo, quien fuera comandante general de las Farc y ahora del partido Farc. De inmediato, mis expectativas sobre la entrevista fueron bastante precisas: “Eso es que lo van a empelotar”, me dije, “a ponerlo frente a la verdad, a propiciar un diálogo franco, sin cartas guardadas, sin evasivas”. 

Me lo decía por la ideología que Londoño profesa, el marxismo leninismo, con sabor soviético, y todo lo que representa, “combo” que durante tantos años Londoño intentó imponer sangrientamente con sus hermanos y hermanas en Jesús (me refiero a Santrich), Stalin, Castro y otros mesías. A la vez me preguntaba, como periodista, a cuál “Timo” iban a entrevistar: ¿Al padre de una linda criatura, aún de brazos? ¿Al exguerrillero? ¿Al líder de una ideología política primitiva, condenada por los pueblos y la historia? ¿Al personaje conocido? ¿Al ciudadano? ¿Al compatriota? ¿Todo ello? 

El hecho, entonces, de que los tres periodistas tuvieran en estudio al curtido dirigente se proyectaba como una ocasión única de hablar con él “a calzón quitao”, según dicen los sastres campesinos. Es que Calvás hace parte de La W, que dirige Julio Sánchez Cristo, donde la matriz de ser implacables y frenteros suelen aplicarla algunos periodistas cuando entrevistan a dirigentes uribistas y del gobierno Duque, y la de ser suaves y blandos, de tonada angelical, con dirigentes antiuribistas, de oposición democrática o de izquierda. Pese a ello, tenía el pálpito de que en el programa le hablarían a don Rodrigo con buenas neuronas y hormonas, es decir, clarito y durito, en el diálogo de casi 50 minutos. 

Me encontré con esto:

● Lo primero que el conductor le dijo a Timo fue “qué gusto conversar con usted, don Rodrigo”. Eso está bien. Lo cortés no quita lo valiente, decían los viejos de antes.


● La única afirmación frentera, que no pregunta, de Calvás fue (me quito el sombrero): “Ustedes asesinaron, narcotraficaron, secuestraron”. ¡Uao! Parecía que se salía la matriz aquella. ¿Qué contestó el entrevistado? “Eso está por demostrarse […] Lo que hicimos fue en función del proyecto político, no de enriquecernos personalmente”. ¡Y el director del programa no le contrapregunta, ni explora matices, ni abre la línea de discusión o conversación! 


● Algo semejante sucedió cuando Timo afirma, con toda transparencia, que “el conflicto [interno] lo inicia el Estado colombiano”. Siete palabras que hubieran dado para un buen cara a cara, pero faltaron hormonas y neuronas ad hoc en los anfitriones. Las que sí existían en los comentarios, durísimos, sin tapujos, enviados por algunos de los oyentes o televidentes. 


● Las preguntas más “fuertes” fueron: “¿Qué piensa de Iván Márquez?”, “¿cómo es su vida hoy después de las armas?”, “¿Venezuela es o no una dictadura?”, “¿qué piensa de la bodega uribista?”, “¿ha sido víctima de fake news?”, “¿cómo calificaría a Duque de 1 a 10?”. Incluso una periodista le dijo: “Lo meto en aprietos otra vez: ¿Guaidó o Maduro?”. Preguntas para ser analizadas en las facultades de Periodismo y que no buscaban respuestas que reflejaran un Londoño temible, implacable, como fuera en la acción subversiva. 
 

● Otra pregunta “dura” fue sobre los bienes que las Farc tendrían que entregar a las víctimas y no lo han hecho. ¿Cómo respondió Timo? Le tiró la pelota al gobierno Duque... 

Londoño dijo más de una vez: “Cuando voy por la calle, la gente se me acerca y me dice: ‘Yo tenía una idea muy distinta de ustedes’”. Claro. Con entrevistas así, ¿quién teme a Timo? 

La cosa la tengo muy clara: no era acribillarlo con palabras, si bien las Farc acribillaron a muchos ciudadanos con sus balas. Ni irrespetarlo, si bien las Farc irrespetaron al país durante medio siglo. Ni violentarlo, si bien las Farc y Londoño fueron (ojalá no cambie el tiempo de este verbo) gestores de violencia armada. Pero al menos haber intentado extraer la verdad ideológica concreta que guía los pasos de Rodrigo Londoño, por la que “asesinaron, narcotraficaron, secuestraron”, y a la que millones no queremos por perversa.

Al final le dice Calvás a Timo: “Desde hacía varias semanas lo estábamos buscando”. ¿Para ese resultado, hombre Juan Pablo?

INFLEXIÓN. En una próxima, pregúntele: “Si su cuerda ideológica gana las elecciones en 2022, ¿las fuerzas armadas pasarán a llamarse “Fuerzas Armadas Revolucionarias del Común”, FARC?

 

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