La injusta decisión que priva de la libertad al expresidente Álvaro Uribe Vélez, violando ocho garantías procesales, desató una tormenta política de tal fuerza y dimensión que ni los amigos del establecimiento, tratando de pasarla como un tema menor, han podido silenciar los gritos de millones de colombianos que aclamamos justicia. Quienes en nombre de la democracia reclaman respeto a las instituciones, olvidan que no hay nada más institucionalista que querer reformas continuas para perfeccionar el servicio que les prestan a los ciudadanos y exigir que no estén entregadas a intereses políticos o económicos. Los colombianos queremos Cortes compuestas con gente de letras, pero no de cambio.
Dentro del descontento general con el sistema no solo se encuentra la corrupción manifiesta en las altas cortes como lo evidenció el “cartel de la toga”. También existe un desconcierto por parte de la ciudadanía con la función, efectividad y representatividad del Congreso, su número extenso y alto costo, no se ve reflejado en legislaciones y control político a favor de los colombianos, por el contrario, da la sensación que muchos congresistas solo favorecen sus intereses personales.
A raíz de la pandemia, la escasez abunda y las inmensas ayudas del Gobierno Nacional deben perpetuarse para salvar a los más vulnerables, pero no aumentando los impuestos sino la productividad, apretando al evasor, recortando los gastos innecesarios del Estado y batallando de frente contra la corrupción.
Para lograr estos y otros cambios estructurales en nuestro país es necesario recurrir al mecanismo del referendo. Un Congreso secuestrado en su mayoría por la corrupción y con una oposición que no permite los avances que Colombia necesita nos lleva a recurrir a mecanismos populares, donde el pueblo colombiano, que es el constituyente primario, decida sobre los cambios que se requiere en un país donde confundimos libertad con anarquía, donde no solo no hay justicia sino que reina la injustica y en el cual el orden jamás ha sido una prioridad.
Dentro de las preguntas que deben plantarse en el Referendo, sugiero las siguientes como una lluvia de ideas:
- ¿Aprueba establecer de manera permanente el Ingreso Solidario actual?
- ¿Aprueba reducir el número de Senadores de 108 a 51?
- ¿Aprueba reducir el número de Representantes a la Cámara de 172 a 106?
- ¿Aprueba un impuesto del 12% al salario de los congresistas y de los altos funcionarios del Estado que ganen más de 15 millones de pesos?
- ¿Está usted de acuerdo con eliminar el sistema actual de cortes incluyendo la JEP y establecer un único tribunal supremo constitucional?
- ¿Aprueba la eliminación de facultades electorales del Congreso y de la Rama Judicial?
- ¿Aprueba aumentar las inhabilidades dentro de las Altas Cortes para evitar puerta giratoria?
- ¿Aprueba el aumento de requisitos como: experiencia mínima de 20 años y estudios de posgrado en universidad acreditada para ocupar un cargo de magistrado de Alta Corte?
- ¿Aprueba que el cargo de magistrado sea vitalicio para recuperar su dignidad y evitar vanidades políticas y económicas?
- ¿Aprueba usted establecer un límite de máximo tres periodos (2 reelecciones) para ser elegido y ejercer en una misma corporación de elección popular?
Este referendo requiere de un grupo de ciudadanos que le notifiquen a la Registraduría que quieren realizarlo, para empezar a recoger firmas y pedirle al Congreso que lo convoque. En un periodo máximo de 9 meses debemos recoger 1.83 millones de firmas, que pueden ser 3 veces más si quienes creemos en la libertad y la democracia nos ponemos a trabajar lo más pronto posible.
Una vez surtido ese proceso, el Congreso con mayoría simple en Cámara y Senado debe convocarlo y cada pregunta debe sacar un umbral de 9,1 millones de votos, la mitad más uno positivos.
¡El tiempo apremia! Estamos a 19 meses de las elecciones legislativas, si tenemos en cuenta que tendríamos las firmas listas de aquí a mayo (la revisión dura 45 días calendario) y que en la segunda legislatura del 2021 el Congreso convocara, se podría hacer las preguntas el día de dichas elecciones, lo cual representaría un gran ahorro económico para el Estado.
La recomendación de esta semana: El libro que quiero compartir en esta oportunidad con ustedes es “Alimentar al mundo. Un reto del siglo XXI” de Vaclav Smil, una síntesis científica de las posibles soluciones para ser sosteniblemente productivos.