Responsabilidad social en momentos de crisis

Las empresas contribuyen al bienestar y el crecimiento económico de los países mediante la generación de empleo,  pago de impuestos  y aportes a la productividad nacional. En este momento de crisis como consecuencia de la pandemia del Covid-19, hay perdedores y ganadores, las organizaciones empresariales,  deben reinventarse, modernizarse, adaptarse a los nuevos desafíos y condiciones que impone un mercado más regulado por nuevos protocolos sanitarios,  una competencia más segmentada, especializada tecnológicamente y con altas exigencias de los consumidores.

Así las cosas,  la responsabilidad social empresarial, cobra gran importancia por los estándares de calidad y excelencia en los procesos que son más estrictos para clientes, proveedores, trabajadores y generan por supuesto, nuevas responsabilidades éticas con la sociedad.

El concepto de la  Responsabilidad Social Empresarial-RSE,  es acuñado por primera vez en 1953 por el estadounidense –“ Howard R. Bowen, economista americano y llamado padre de la RSE, en su obra "Social Responsibilities of the Businessmen" en la que el autor apelaba a la responsabilidad social de las corporaciones para producir, no sólo bienes y servicios, sino devolver a la sociedad parte de lo que ésta les había facilitado. La ética y los valores empresariales empiezan a tratarse en el mundo universitario y es en los años 60 y 70 cuando realmente se desarrolla el debate académico sobre los fines de la empresa”.  -(Mans Unides -ONG contra la pobreza en el mundo). 

Ante la crítica situación por la que está pasando nuestra economía como consecuencia de la pandemia,  el sector empresarial colombiano, pone a  prueba su ética, convicciones,  capacidad para reinventarse, modernizarse, su fortaleza emprendedora, la necesidad de bajar el margen de utilidad, para anteponer la protección de la salud de los trabajadores y establecer las mejores prácticas, protocolos de bioseguridad; facilitando  medios de transporte y flexibilizando sus horarios normales de trabajo, poniendo de manifiesto su responsabilidad y compromiso social con el país.

Bajo esas premisas, las empresas colombianas, devolverían a la sociedad, una parte de los beneficios que han obtenido a lo largo de vida productiva. Es claro, que la actual situación dejará a muchas empresas en situación de insolvencia, algunas irán a la quiebra y muchas requerirán la ayuda del gobierno nacional para poder reactivarse nuevamente;  pero también,  es una oportunidad para otras que se han expandido, diversificado y  aumentaron sus ganancias, tal como ha sucedido con las empresas de comercio electrónico, plataformas de entretenimiento, servicios de video llamadas, empresas de domicilios, suministros de equipos hospitalarios, farmacéuticas, materiales sanitarios,  y supermercados de cadenas, entre otras; que actúan en el mercado con un limitado control y regulación gubernamental,  maximizado grandes utilidades y beneficios en esta cuarentena, lo cual debería hacer que muestren un gran compromiso con sus prácticas de Responsabilidad Social.

Muchas de las grandes industrias, empresas comerciales y  financieras, obtuvieron importantes utilidades en años anteriores, han sido beneficiarias de múltiples excepciones tributarias con el propósito de generar nuevos empleos, sin embargo no lo hicieron , no se vieron los esfuerzos necesarios para recompensar sus altos ingresos y al parecer hoy, no están cumpliendo con el deber de ayudar a solventar la grave crisis social que estamos enfrentando.

A estas empresas que tienen la capacidad financiera para resistir  el coletazo de la crisis económica, que deberían tener una mayor exigencia en cuanto a responsabilidad social se refiere, deberían tener una mayor exigencia con la reactivación económica, la generación de empleo y deberían ser sujetos de una contribución impositiva excepcional, para ayudar a aliviar el déficit fiscal de la nación en los  próximos años. En ese sentido, se justificaría la anunciada reforma tributaria del Ministro de Hacienda, Carrasquilla.  Una reforma tributaria que grave a los más ricos del país y no a los pequeños, medianos empresarios, o a la clase media colombiana que es la más golpeada, empobrecida y sacrificada siempre con estas reformas tributarias.

También se requiere de un mayor compromiso del sector financiero, la banca en Colombia, obtuvo extraordinarias utilidades el año anterior y hoy sus dueños se hacen los de la vista gorda frente a las solicitudes del presidente Duque  y sigue manteniendo unas tasas altas de colocación de créditos de consumo y empresarial que no se compadece con la crisis económica.

Así que tanto el sector financiero privado, como el emisor, pueden hacer unos mayores esfuerzos bajando sus tasas de interés para inyectarle mayor liquidez a la economía, reactivar el consumo  de los hogares y  de los sectores más golpeados por la cuarentena y el aislamiento social.  Aquí es evidente la falta de compromiso y voluntad de los banqueros y el gobierno nacional.

Hay que insistir en la  protección a las medianas y pequeñas empresas, debe ser un imperativo del gobierno nacional, pues estas representan el 90 % de las empresas registradas en el país, que se caracterizan por su baja capacidad de financiamiento, liquidez, escaza modernización tecnológica y poca cualificación de su mano de obra.  Sin embargo, este gremio según Acopi, representa 96% del tejido empresarial, aportan 40 % al PIB, generan más de 17 millones de empleos y representan 9,8 % de las exportaciones nacionales. De ahí, la necesidad e importancia de salvaguardarlas, fortalecerlas financieramente y no ahogarlas con nuevos impuestos, que imposibiliten  sostenerse en estos momentos de crisis y por supuesto proteger sus empleos. 

El gobierno nacional ha anunciado, una serie de medidas y alivios para el sector de la Mypymes, que ojalá se materialicen y lleguen al mayor número de empresas posibles, urge que se vean esas medidas como las de financiar por tres meses las nóminas cubriendo a trabajadores hasta 5 salarios mínimos,  suspensión por  un periodo de 3 meses el aporte a pensión de los trabajadores y empleadores,  el aumento de las garantías de los créditos hasta el 80 %, ya que todo ellos ayudará a que mejoren su situación financiera y sobre todo a proteger a sus trabajadores en el corto y mediano pazo.

El plan de reapertura económica, requiere de la mayor coordinación entre el gobierno nacional, sus instituciones, gobernadores y alcaldes, en cuanto a los diseños de protocolos de bioseguridad, horarios, control y cumplimiento; importante establecer un comité interinstitucional entre el gobierno y los gremios para ejercer una estricta vigilancia a la observancia de los diferentes lineamientos y garantizar la mayor protección posible a los trabajadores y sus familias; esa es una manera de dar cumplimiento también a la  responsabilidad empresarial.

Imperioso es el compromiso y responsabilidad de las organizaciones  empresariales a la hora de adecuar sus sitios de trabajo con elementos de Bioseguridad y también la exigencia y rigor de la autorregulación y el autocuidado de sus trabajadores y por supuesto de sus familias, para evitar incrementar los picos de contagio y evitar colapsar el sistema de transporte y salud. Si reducimos el número de contagios, reducimos por consiguiente el número de  muertes. Eso también, se traduce en responsabilidad social gubernamental, empresarial e individual.

Es el momento de tener conciencia, compromiso, coordinación y una  buena comunicación tanto a nivel gubernamental,  empresarial y familiar,  para sacar adelante al país, dar estricto cumplimiento a nuestras obligaciones legales y sanitarias, como empresarios y ciudadanos responsables; es necesario replantear el papel que estamos cumpliendo en esta sociedad, nuestros deberes,  derechos y obligaciones. Entre todos podemos salir adelante y  salir fortalecidos de esta crisis económica y sanitaria.

Vale decir que aquellos sectores económicos que más se han beneficiado durante esta crisis, tienen una responsabilidad social mayor con el país. No todo es negocio y rentabilidad, es necesario construir capital social, mejorando las prácticas laborales, ambientales, sanitarias y afianzar los lazos entre  empresas y  sociedad para construir un país fuerte, solidario y competitivo.

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