Colombia no sale del asombro, la rabia y la decepción que se produjo la semana pasada con la captura, imputación y anuncio de preacuerdo de Nicolás Petro, hijo del presidente Gustavo Petro. Lo que empezó como un problema de pareja terminó siendo un asunto de interés nacional y uno de los peores escándalos políticos de los últimos años.
Resulta que todo lo que Day Vásquez le dijo a la revista Semana de Vicky Dávila era cierto, Nicolás y sus abogados, quienes habían anunciado una defensa para demostrar su inocencia, terminaron buscando un preacuerdo con la fiscalía ante la inminencia de las pruebas presentadas por esta última, dejando a los protagonistas, pero sobre todo al presidente y al ex gerente de la campaña, hoy, presidente de Ecopetrol, muy mal parados ante la opinión pública.
Luego, Nicolás da una entrevista a Vicky, reafirmando que negociará con la fiscalía, se comprometió a entregar información sobre la financiación, presuntamente irregular de la campaña, violentando los topes máximos determinados por la ley para la misma, además, de los nombres de todos los involucrados en dicha operación, de igual forma, adicional a lo judicial, sorprendió descubrir los problemas familiares que rodean la casa presidencial, la tormentosa relación entre padre e hijo, y los intereses políticos detrás de la ruptura de la relación filial.
En lo personal, lo humano me parece doloroso, siento empatía por las situaciones y los sentimientos de las personas involucradas, adicionalmente por su condición actual, sin que ello quiera decir, o signifique que no tenga la plena convicción de que deben responder, cada uno, por sus actos o sus omisiones.
Ya se empiezan a sentir las consecuencias de lo acaecido, sin embargo, es mucho lo que falta, cada una de las instancias penales y administrativas deben empezar a investigar, individualizar y sancionar a los involucrados, no solo a Nicolás y Day, que son la punta del Iceberg, sino a todos y cada uno de los responsables.
Si bien es cierto, y deberá demostrarse, tanto Nicolás como Day, niegan que el presidente, o el gerente supieran del ingreso de dineros de “ex narcos”, ambos deben asumir una responsabilidad política por el hecho, eso, sin mencionar otro tipo de responsabilidades que eventualmente se les puedan adjudicar por el ingreso de otros dineros, aparentemente de empresarios, que no fueron reportados y que también violarían los topes electorales, información que deberá ser entregada próximamente por Nicolás.
En el caso del presidente, reitero, además de su indudable responsabilidad política, tendrá que someterse a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, que deberá determinar otro tipo de responsabilidades, escenario altamente improbable para arrojar resultados por el manejo político del mismo. No obstante, debe considerarse que desde el 2009 se aprobó una reforma constitucional que prevé la pérdida de investidura o del cargo, de funcionario elegido que haya violado los topes de gastos electorales en su campaña, supiera o no, hecho que, por supuesto no es automático, que debe ser debidamente probado, y someterá al presidente, a su campaña, a meses de defensa en innumerables diligencias judiciales y administrativas.
En el caso de Roa, debe ser el primer fusible que se queme, su responsabilidad es innegable, aun suponiendo que sea cierto que no tenía información del ingreso de estos dineros a la campaña ¿Qué clase de gerente no se da cuenta, que, en sus narices, se están financiando actos de campaña, con candidato abordo, para los cuales autorizó gastos menores, o para los que su presupuesto era inferior? resulta poco creíble que no se diera cuenta. Debe irse, o porque efectivamente se dio cuenta y no dijo nada, o por ser absolutamente incompetente para desarrollar una gerencia adecuada y no darse cuenta de lo que realmente sucedía.
Muy grave que, en cualquiera de los dos supuestos, sea una persona así la que gerencia la empresa más importante de Colombia, y una de las más importantes de la región.
Por el bien de la política, por la sanidad de las instituciones públicas, por simple lógica, por el buen funcionamiento y reputación de Ecopetrol, la primera cabeza que debe caer es la de Ricardo Roa.
¡Ricardo Roa debe renunciar!
