Como mi fútbol preferido es el de calidad individual y colectiva, como punto de apoyo a los buenos resultados, destaco en la selección Colombia, que en estos días asomo la cabeza, el reencuentro con la empatía perdida y la sintonía con el público.
No se trata de celebrar en exceso, con simplismo crítico y, al calor de los resultados, perder visión y camino con el elogio desbordado que mareó y tanto daño hizo, a los futbolistas en los últimos procesos.
No es perder el sentido de la realidad o conformarse con poco. Es la necesidad de recuperar el terreno perdido, de fortalecer las ilusiones de los chicos que piden pista y de reconocer la labor que hasta ahora cumple el técnico con futbol alegre, abierto y ofensivo.
Sin las dependencias nocivas de futbolistas que brillaron, pero que ahora cumplen las labores a medias, frente al exigente ojo crítico. Que merecen por sus aportes, ser relegados, sin desconocerles el pasado.
En el fútbol no es solo ganar, mantener un invicto o endulzar los fracasos con discursos acomodados.
El talento se apoya en el esfuerzo y esto Colombia lo ha demostrado.
En este fenómeno esporádico de la selección, juega la pasión de los aficionados, que siempre quiere y pide futbol con calidad y con triunfos. Es la única manera de mantener activa una buena relación entre los futbolistas y el público. Ocurre lo mismo en los clubes.
Por lo anterior resalto, la chilena de Borré, empequeñecido por las broncas de algunos críticos, exaltado al extremo por los hambrientos de futbol, hermosa, artística, con movimientos perfectos.
También el gol de Durán, quien con sus innegables condiciones de atacante dinámico y funcional reafirma la renovación al lado de Castaño, moderno mediocentro; de Arias, Carrascal, Borrero, Asprilla y otros más.
A la espera de Luis Díaz y Sebastián Villa quienes aseguran calidad diferencial mientras se consolidan Mateus Uribe, Muñoz, Carrascal, Borré y Cuesta.
No fue lo único valioso de la reciente gira. Fue la adaptación a los momentos cambiantes de los partidos, transformándose de equipo reactivo, inseguro en el cabeceo defensivo y complicado en las marcas, con derrotas prematuras, a la propuesta ofensiva con presencia colectiva, cosiendo con juego las maniobras, para generar más peligro.
Por fin la predilección sobre el juego combinado con profundidad en la búsqueda de gol, tan infrecuente en los libretos de Pékerman y Reinaldo y tantos otros entrenadores colombianos.
Convence Lorenzo, el técnico, con los planes iniciales de su proceso, aunque provechoso sería que mirara otros lados donde esperan la oportunidad Jhon Córdoba, en Rusia y Luis y Julián Quiñones en el futbol mexicano.
Aparece con él una nueva Colombia. Es lo que hoy queremos celebrar.
