No es de sorprenderse que la crisis del COVID-19 esté generando pérdidas inimaginables. Aunque la más grande que está cabalgando, es que no estamos soñando en un futuro mejor. Dejamos de hacer planes a corto plazo, ya nadie habla del fin de semana, de las vacaciones, o de los planes para el 2021.
Esta circunstancia es grave, o mejor dicho, gravísima!!! Un ser humano sin capacidad de soñar, es una persona sin nada que perder. Aunque si lo analizamos, tendría algo para perder, su realidad. Una realidad que está en el día a día, reaccionando las circunstancias que enfrenta en el encierro y la zozobra del ingreso económico.
El desempleo de mayo estará rondando el 25%, es decir casi 7 millones de personas, que si lo multiplicamos por 3 -que sería el impacto que generaría en sus familias-, le estaríamos llegando con una noticia de incertidumbre, miedo y hambre a más de 21 millones de personas. Tengamos presente que Colombia cuenta con más o menos 48 millones de personas. Señores, el impacto negativo a mayo - y espero estar equivocado- sería de la mitad de nuestros compatriotas.
Después de hacer algo de prospectiva económica, la preocupación de los organismos de seguridad debe ser la reactivación de las milicias urbanas de las guerrillas, paramilitares, o BACRIM; a esta tormenta perfecta, debemos sumarle la delincuencia de hambre. Es decir, se dispararán los hurtos y secuestros, en donde por más que dupliquemos la policía, no podrán contener la horda de padres y jóvenes que enfrentan una triste realidad, el hambre.
Nuestra salida para el hambre debe ser el empleo, para la falta de sueños el remedio es la educación virtual, para la delincuencia no queda de otra que la solidaridad de todos. El gobierno nacional tiene la obligación de tomar medidas económicas que salven las empresas. Sin empresas no hay tejido social que permita a un país evolucionar de forma sostenible.
Si quieres leche, no mates la vaca. Lógico, pero los sabios de la macroeconomía están más pendientes de los títulos soberanos, la acción a Apple o de la bolsa de Londres. Necesitamos que los economistas del Ministerio de Hacienda, del Banco de la República y de los Bancos en general, entiendan que en este momento sólo sirve la economía de bolsillo, es decir, economía de la calle.
No dejemos pasar la oportunidad de repensar el país. Si no actuamos, la única diferencia que tendremos con Venezuela es Maduro. Por que el tejido empresarial, la economía, el desempleo y la inflación serán lo mismo.
La respuesta no está en el pasado, es momento de pensar en comunidad y trabajar en equipo para adelante.