Santiago Valencia
Abogado, especialista en Derecho Administrativo con Maestría en Análisis Económico del Derecho, se ha desempeñado como profesor universitario, abogado litigante, consultor jurídico y en asuntos políticos y públicos, fue elegido Representante a la Cámara (2014 – 2018) y Senador (2018 – 2022), en el Congreso fue miembro de las comisiones primeras constitucionales, Presidente Comisión Primera (2019 – 2020), Presidente Comisión de Ética y Estatuto del Congresista (2020 – 2021).
Santiago Valencia

Voto obligatorio

Uno de los temas más reiterativos en el Congreso de la República es la reforma política, sin falla, mínimo una vez cada cuatro años se discute esta materia, asuntos tan importantes como la conformación de las listas, la participación de las mujeres, la transparencia en las elecciones, la financiación de las campañas, entre otros, se debaten durante horas en el parlamento.

No es para menos, Colombia es una democracia absolutamente imperfecta, durante la época electoral pululan quienes violan los topes electorales, los que compran votos, sobran las trampas para modificar los resultados, las demandas electorales etc., cada vez hacer política decente es más difícil, no bastan las buenas propuestas y la buena imagen, muchas veces hace falta una poderosa chequera y malas amistades.

Obviamente no todo es malo, millones de personas todavía escogen con juicio a sus candidatos, lo hacen con convicción, por ideas, no aceptan vender su voto, ni mucho menos permiten presiones, sin embargo, cada vez son menos.

No existen soluciones milagrosas, cada propuesta parece tener su lado amable y su amenaza, por ejemplo, la lista cerrada por una parte ayuda a cohesionar la propuesta ideológica de un partido, en principio, puede abaratar los costos de la campaña y, por lo tanto, disminuir la corrupción electoral, por otra, puede terminar beneficiando a los “jefes” de los partidos y al lapicero con el que harían las listas a su medida, la corrupción electoral podría trasladarse a los mecanismos de selección al interior de cada partido, y al final cambiaríamos una corrupción por otra.

Así, con casi todos los temas que se abordan en una reforma política, otros son absolutamente necesarios, como la paridad en la conformación de las listas, tema difícil y controversial, pero que busca una mayor participación de las mujeres y consecuentemente más mujeres en cargos de elección y representación, participación de los jóvenes, financiación de las campañas, escrutinios entre otros.

Un tema que ha vuelto al centro del debate, que no es fácil, es el voto obligatorio. El voto es un derecho, la máxima expresión del poder con la que esta envestido un ciudadano, la legitimidad del Estado nace del contrato social, la cesión que hacemos todos de nuestro poder, para que unos elegidos por nosotros hagan las leyes, administren los recursos, resuelvan nuestros conflictos y medien nuestras diferencias, todo para poder vivir en sociedad lejos del caos y la anarquía.

Algunos parecen haberlo olvidado, pero el voto también es una responsabilidad del buen ciudadano, puede, por ahora no ser obligatorio, pero si es obligante, no votar es ceder nuestro poder una segunda vez, para que otros decidan, vender el voto es vender la esencia de la democracia, lo que nos hace iguales, un ciudadano, un voto.

En una democracia liberal como la nuestra, el voto no debería ser obligatorio, cada ciudadano debería estar en la libertad de ejercer su derecho y de cumplir su obligación, sin embargo, lo ideal no siempre es lo bueno, Colombia necesita madurar en su cultura democrática, todos tenemos que entender que el voto es un premio a un buen político, pero también es un castigo a quien no lo es.

Una medida de voto obligatorio en Colombia podría ser transitoria, dos periodos de elecciones, más o menos diez años.

Necesitamos que los buenos colombianos, la mayoría, hagan el ejercicio de elegir bien, una de las cosas que aprendí en el Congreso es que existen personas buenas en todos los partidos, no importa como piense ese ciudadano, siempre encontrará un buen representante de su corriente política.

El voto obligatorio llevaría a que todos hagamos un ejercicio consciente de elección, muchos deciden democráticamente no votar, no quieren legitimar el resultado, es una protesta válida, pero la verdad es que la gran mayoría de colombianos no votan por simple indiferencia. Si todos, sin excepción votamos, se acabaría, en mi opinión, la compra de votos, quienes recurren a esa terrible práctica, hoy saben cuanta plata tienen que “invertir” para sacar los sufragios que necesitan para llegar al cargo que desean, si el voto fuera obligatorio, no tendrían con que comprar todos los votos que necesitan para llegar a donde quieren.

No es lo ideal, pero en el momento actual que vivimos creo que es una solución transitoria que vale la pena revisar.

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Santiago Valencia
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