Todos los años, desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre, de distintas formas, la mayoría de mexicanos se unen en torno a una sola cosa: la muerte. Nadie ha podido probar nunca qué hay después de la muerte. Todas las religiones, no importa su credo o su origen, contemplan la posibilidad de un ‘más allá’.
Ese ‘más allá’ es diferente para cada culto, con características propias del momento histórico y la cultura. Tiene, sin embargo, algunos aspectos comunes como que, por ejemplo, los seres humanos después de muertos mantienen un contacto con los vivos, o son capaces de mediar ante los dioses para solucionar toda suerte de problemas.
Es indiscutible, además, que hay un estrecho vínculo entre los de ‘aquí’, los vivos, y los de ‘allá’. Se les habla; se les escucha; se les prenden velas y se les hacen altares. Se les canta. Y, por supuesto: se les llora. Los mexicanos llevan haciendo eso desde antes que llegaran los españoles.