1. El bote vacío
Aquel que gobierna sobre los hombres vive
en la confusión.
Aquel que es gobernado por hombres vive en
el dolor.
Por tanto, Yao deseaba
no influir en los demás
ni ser influenciado por ellos.
El camino para apartarse de la confusión
y quedar libre del dolor
es vivir en el Tao,
en la tierra del gran Vacío.
Si un hombre está cruzando un río,
y un bote vacío choca con su esquife,
por muy mal genio que tenga
no se enfadará demasiado;
pero si ve en el bote a un hombre,
le gritará que se aparte.
Si sus gritos no son escuchados, volverá a
gritar,
una y otra vez, y empezará a maldecir.
Y todo porque hay alguien en el bote.
No obstante, si el bote estuviera vacío,
no estaría gritando, ni estaría irritado.
Si uno puede vaciar el propio bote,
que cruza el río del mundo,
nadie se le opondrá,
nadie intentará hacerle daño.
El árbol derecho es el primero en ser talado,
el arroyo de aguas claras es el primero en ser
agotado.
Si deseas engrandecer tu sabiduría
y avergonzar al ignorante,
cultivar tu carácter
y ser más brillante que los demás,
una luz brillará en torno a tu
como si te hubieras tragado el Sol y la Luna:
no podrás evitar las calamidades.
Un hombre sabio ha dicho:
“Aquel que está contento consigo mismo
ha realizado un trabajo carente de valor.
El éxito es el principio del fracaso.
La fama es el comienzo de la desgracia.”
¿Quién puede liberarse del éxito
y de la fama, descender y perderse
entre las masas de los hombres?
Fluirá como el Tao, sin ser visto,
se moverá con la propia Vida
sin nombre ni hogar.
Él es simple, sin distinciones.
Según todas las apariencias, es un tonto.
Sus pasos no dejan huella. No tiene poder
alguno.
No logra nada, carece de reputación.
Dado que no juzga a nadie,
nadie lo juzga.
Así es el hombre perfecto:
su bote está vacío.
“El bote vacío y otros relatos del Tao” en la voz del Logoterapeuta y Coach de Vida Armando Martí© (una adaptación del libro El camino de Chuang Tzu de Thomas Merton), para la sección Konciencia de KienyKe.com. Escúchalo, disfrútalo y compártelo:
2. El hombre de Tao
El hombre en el cual el Tao
actúa sin impedimento
no daña a ningún otro ser
con sus actos,
y aun así no se considera
“bondadoso”, “manso”.
El hombre en que el Tao
actúa sin impedimento
no se preocupa por sus propios intereses
y no desprecia a aquellos
que sí lo hacen.
No lucha por ganar dinero
y no convierte en virtud la pobreza.
Sigue su camino
sin apoyarse en los demás
y no se enorgullece
de andar solo.
Mientras que no sigue a la muchedumbre,
no se queja de aquellos que lo hacen.
El rango y la recompensa
no lo atraen;
la desgracia y la vergüenza
no lo desaniman.
No está buscando constantemente
el bien y el mal,
decidiendo continuamente “Sí” o “No”.
Los antiguos decían, por tanto:
“El hombre del Tao
permanece en el anonimato.
La virtud perfecta
no produce nada.
`No – ser` es `Ser de verdad`,
y el más grande entre los hombres
es nadie.”
3. La ley interior
Aquel cuya ley está dentro de sí mismo
camina oculto.
Sus actos no se ven influenciados
por aprobaciones o desaprobaciones.
Aquel cuya ley está fuera de sí mismo
dirige su voluntad hacia lo que está
más allá de su control
y busca
extender su poder
sobre los objetos.
Aquel que camina escondido
tiene luz para guiarlo
en todos sus actos.
Aquel que busca extender su control
no es más que un operador.
Mientras cree que está
superando a otros,
los otros lo ven tan sólo
esforzarse, estirarse,
para ponerse en puntillas.
Cuando intenta extender su poder
sobre los objetos,
esos objetos ganan control sobre él.
Aquel que se ve controlado por los objetos
pierde la posesión de su interior.
Si ya no se valora a sí mismo,
¿cómo puede valorar a otros?
Si ya no valora a otros,
queda abandonado.
¡No le queda nada!