El único capital que en realidad tenemos es el de la salud mental. Por eso, al entender que el 60% de la energía psíquica se emplea en visualizar el futuro con ansiedad, el otro 30% en recordar con resentimiento el pasado y solo el 10% en vivir el momento presente, es importante reevaluar la actitud para vivir sin exageradas expectativas, apegos materiales y afectivos, y sobre todo sin el afán de ser perfecto y tener siempre la razón.
Cada mañana doy gracias al universo por regalarme un día más de vida, me tomo un vaso mediano de agua pura, medito y oro, pongo en manos del Dios de mi entendimiento cualquier plan que deseo realizar, afirmando: “Si tú lo quieres mi Dios”.
Pero ¿cómo terminar con esta mentalidad implantada en el inconsciente colectivo de “bueno” y “malo”? En el fondo cada ser humano fue dotado de dos elementos cruciales: la intuición y la experiencia.
La combinación de ambas permite acceder a planos de la percepción elevados, que, al ser entrenados y no reprimidos, ayudan a encontrar las respuestas adecuadas en el momento preciso.
La salud mental: el comienzo del fin de nuestro equilibrio interior
La ansiedad provoca muchas enfermedades, y los pensamientos y sentimientos negativos, al no ser expresados, agravan sus síntomas. Elegir el dolor de ver tu realidad, cualquiera que sea, es mejor que el sufrimiento de no querer hacerlo. El orgullo, el resentimiento, la ira y la terquedad, son las emociones que más contribuyen a crear crisis de angustia.
Cada desafío de la vida afróntalo con decisión, constancia y disciplina personal, para que de ese modo tu mente, desde una nueva actitud pueda vencer temores e incertidumbres. Deja de atormentarte por los afanes que trae la vida. Permanece sereno ante cualquier circunstancia y elige ser dueño de ti mismo.
Superar el miedo, vencer la enfermedad, trabajar la ansiedad y los desequilibrios emocionales, son las más difíciles lecciones que debes aprender de la vida.
No permitas que las situaciones conflictivas te provoquen tensiones internas, te agoten el organismo y arruguen tu rostro. Intentar ser perfecto es un peso emocional que puede afectar tu salud. Concédete el permiso para el placer, el descanso y la diversión.
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Soportar las cargas emocionales adversas de los demás, te impide vivir plenamente y con libertad, la alegría, el amor, la creatividad y la paz del ahora. La energía reprimida, negada y no reconocida, es la base de tu prisión emocional.
Hoy debes pensar qué quieres. Así puedes hacer que cualquier pensamiento y vibración disonante te dure sólo un instante, y que ese instante no te afecte ni desequilibre todo el día.
El conflicto en tus relaciones ocurre cuando alguien decide por ti lo que debes definir por ti mismo. Al no darte la opción de tomar tus propias decisiones vas cayendo en la trampa de controlar al otro. Una de las causas de la ansiedad y el estrés es el miedo a descubrir que dependes de la aprobación de los demás.
Erradica de tu vida el temor al futuro y apodérate del hoy. Así podrás disfrutar del milagro de estar vivo, irradiando el suficiente amor para sentirte seguro y lograr una existencia plena.
"¡Sí puedo! ¡Yo valgo mucho! ¡Yo soy capaz! ¡Dios cuida de mí!", son afirmaciones que te quitan el miedo, la indecisión y la derrota, ya que, para saber quién eres en verdad, debes invertir gran parte de tu tiempo en conocerte y aceptarte desde la orilla de la honestidad. Sólo así, te sanarás de culpas, vergüenzas, prejuicios y sufrimientos innecesarios.
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La sobriedad mental es un estado armónico de serenidad, cordura y equilibrio. La conexión espiritual es la fuente para mantenerla. El cerebro es una fuente de energía que, si la diriges desde una actitud de consideración y cuidado de ti mismo, hace que la calma, la armonía y la claridad de la verdad retornen nuevamente a tu vida.
Si sientes que tu vida está dominada por la prisa y la ansiedad, detente y respira profundo para escucharte a ti mismo en el silencio de la serenidad. Toma consciencia que lo primero que debes hacer es eliminar la preocupación por cada obstáculo que encuentres en el camino de la vida y concentrarte en solucionarlo desde la calma, para así alcanzar mejores resultados. Nadie necesita sentirse desesperado ni sin salida, pues cada situación tiene varias opciones y alternativas inteligentes de superación.
Creer que eres capaz de controlar todo te lleva a la ansiedad y a la tristeza, pero aceptar que no es así, te conduce a la paz y al sosiego interior. Pretender que la vida se adapte sólo a nuestra voluntad es una invitación a la frustración. Vivir sin esperar descansa el alma.
Experimenta el momento presente, sin permitir que te invada la ansiedad de preocuparte por lo que dejaste de hacer en el pasado y lo que harás en el futuro. Tranquilízate y llena de confianza tu interior, vive de instante en instante, soltando tus problemas y entregándoselos a Dios, quien te dará las herramientas para confrontar y resolver los desafíos de la
existencia diaria.