Vivir con sosiego interior: gozar de una vida de calidad, liberarse del deseo de vivir más tiempo, de la tendencia a desparramarse en una infinidad de lugares y actividades. Vivir con sosiego: asumir que la vida puede ser vivida intensamente, sin necesidad de vivir mucho.
Un día, un solo día, puede justificar una existencia entera. No está la cosa en vivir mucho, sino en amar mucho. No se trata de prolongarse en extensión, ni de expandirse temporalmente, sino de vivir intensamente el tiempo de que dispones.
No sabes cuánto tiempo tienes por delante. Tampoco sabes el día ni la hora. Mors certa, hora incerta. No vivas como sino tuvieras que morir,porque sería vivir falsamente, algo así como instalarse en una especie de ensueño edulcorado Tampoco vidas pensando, con angustia, en la descomposición final, en la disolución en la nada cósmica.
“Vivir con sosiego interior” en la voz del Logoterapeuta y Coach de Vida Armando Martí© (una adaptación del libro Sosegarse en un mundo sin sosiego, cartas a una mujer acelerada de Francesc Torralbal), para la sección Konciencia de KienyKe.com. Escúchalo, disfrútalo y compártelo:
Representa tu papel en el Gran Teatro del Mundo, pero asume, con consciencia trágica, la absoluta relatividad de tu ser en el ancho cosmos. No sabes cuando desaparecerás del Gran Teatro, tampoco por qué razón te metieron en él. Estás en él. De momento.
Lo que realmente cuanto no es la cantidad de días acumulados en tu dorso, ni el número de periódicos que has leído, sino la calidad del periplo vital, lo que has hecho, lo que has vivido, lo que has padecido calladamente durante ese trance cercado por el nacer y el morir.
La experiencia del bien es la fuente de tu sosiego interior. Morir con la consciencia cierta que has realizado el bien: he aquí la fuente del sosiego espiritual. No es insensato suplicar a Dios este sosiego en el lecho de muerte. Cuanto menos en la última hora.
El sosiego del alma es la aceptación intelectual y moral de la naturaleza de las cosas; la paciencia frente al tiempo de lo real. La cualidad del sosiego evoca la de la dignidad. Lejos de ser un asunto de actitud exterior, la dignidad natural tiene como cimiento espiritual la consciencia de ser amada.
El sosiego es la victoria moral, casi incondicional sobre las sombras, sobre las absurdas contradicciones del mundo. Difícil sosiego.