

Brocha en mano, las mujeres de la Cuadrilla Rosa transforman el espacio público y colorean el camino hacia una ciudad más inclusiva. Fotografía tomada de la Alcadía de Santiago de Cali.

Cuando las mujeres trabajan unidas, no solo levantan muros, también construyen oportunidades, comunidad y futuro. Fotografía tomada de la Alcaldía de Santiago de Cali.
La Alcaldía de Santiago de Cali lanzó en marzo de este año un programa gestionado por mujeres entre los 20 y 65 años, en su mayoría madres, cabeza de hogar, que trabajan en oficios informales como ventas ambulantes, vigilancia, seguridad, entre otros.
Esta iniciativa se centra en impulsar la participación femenina en obras de infraestructura, donde las mujeres no solo trabajan, sino que también se capacitan en temas técnicos de construcción. Se ha convertido en un símbolo de empoderamiento femenino en una ciudad donde, según la Personería de Cali, la violencia intrafamiliar contra las mujeres registra una tasa de 382,9 casos por cada 100.000 mujeres, superando el promedio nacional, aunque con cifras menores que en otras ciudades principales.
“La Cuadrilla Rosa significa oportunidades, porque somos madres, cabeza de hogar y esto ha llegado a abrirnos puertas”, aseguró Nagdaly Eugenia Quiñónez Montezuma, operaria de la Cuadrilla Rosa.
Este proyecto no solo le ha dado la oportunidad a 18 mujeres de empoderarse, sino que las ha convertido en protagonistas que rompen con el estereotipo de que “la mujer no está para trabajos pesados”. Esta iniciativa de la administración del alcalde Alejandro Eder ha permitido que las mujeres de Cali tengan una voz.
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“Ahorita, tenemos la dicha, aquí en la Secretaría, de contar con una secretaria mujer que apoyó el proyecto de la mano del alcalde. Entonces iniciamos con este primer semillero. Actualmente, son 20 chicas; vienen de los sectores más vulnerables de la ciudad, con procesos sociales difíciles, y la idea aquí es darles un apoyo integral”, declaró Giset Sánchez Mosquera, inspectora de la Secretaría de Infraestructura.
Darles la oportunidad de ingresar a un campo tradicionalmente masculino se convierte en un paso fundamental para romper con una brecha invisible que aún persiste en la sociedad. Es, además, una forma de demostrar que la construcción de ciudad es tarea de todos.
“Soy una mujer madre de tres hijos. Soy una mujer que fue maltratada psicológica y verbalmente por mi pareja. Antes vendía agua de coco, pero ahora soy operaria de la Cuadrilla Rosa”, resaltó Yudy Olaya Cadena, operaria de la Cuadrilla Rosa.
Cada testimonio como este refleja la resiliencia y la capacidad transformadora de las mujeres para aportar al desarrollo social desde espacios antes negados para ellas.