¿Cómo sobrevivir al Dakar?

Mié, 15/01/2014 - 11:39
Como todos los eneros durante once años, el belga Eric Palante se levantó temprano, tomó su moto, la revisó y se dispuso a competir en una nueva etapa del Rally Dakar. Esta vez el tr
Como todos los eneros durante once años, el belga Eric Palante se levantó temprano, tomó su moto, la revisó y se dispuso a competir en una nueva etapa del Rally Dakar. Esta vez el trayecto comprendía el espacio entre Chilecito y San Miguel de Tucumán, en la República Argentina. Las dunas y el ambiente desértico ambientaban el recorrido hasta la meta, sin embargo, Palante nunca llegó. Las noticias de él durante el 9 de enero fueron nulas, esperando que un milagro lo trajera de vuelta. A medida que pasaban las horas, las esperanzas que regresaran con vida escaseaban, hasta que a las 8:30 de la mañana se confirmó lo inevitable: El piloto había muerto. El camión escoba, encargado de “limpiar” los estragos de la naturaleza que deja el Dakar, lo halló deshidratado, sin saber si suplicó por su vida o no. Eriv Palante, KienykeEric Palante dejó su vida en la cordillera patagónica  Al igual que a Palante, el colombiano Sebastián Toro tuvo que luchar en contra de las inclemencias de la prueba que se ha cobrado 62 muertes en 35 años de competencias. Por fortuna, Toro vive para contar el cuento que lo tuvo con problemas técnicos desde el primer día. “Este año dividieron el trazo de carros y camiones por un lado, y motos y cuadriciclos por otro. Fue bueno en principio, pero tuvo su costo. Cada día los problemas eran mayores”, comenta Toro que ya está en suelo colombiano. Los problemas mecánicos se atenuaron con el incidente en la bomba de gasolina del día dos, el derrame del aceite un día más adelante, y la caída sufrida por cansancio y poco sueño en la quinta jornada. Dakar, KienykeCarros y motos por caminos diferentes en esta edición igual de duros La inclemencia del recorrido no se compara con la falta de solidaridad entre compañeros. Palante y Toro lo vivieron en carne propia, como cuenta el colombiano: “Mi moto se atascó en una especie de tobogán de tierra y no la podía sacar. Un competidor pasó por allí y le hice señas para que no tomara ese camino pero hizo caso omiso, según él por confusión, y al ver la moto en vez de frenar, pasó por encima de la moto destrozándola para no perder tiempo en la general”. El piloto pudo repararla pero horas después se  retiró de la competencia. Pero sin duda alguna, el inconveniente de Sebastián Toro queda en pañales si se le compara con lo que tuvo que sufrir el portugués Paulo Gonçalves, que tuvo que ver como se le incendiaba la motocicleta. Impotente al querer apagarla, pidió ayuda a un colega que pasaba por allí que lo ayudara, pero este, luego de frenar y ver la situación como cualquier curioso lo haría, siguió su camino sin tenderle la mano a Gonçalves que luego se tendió en la arena a llorar desconsolado. Dakar, KienykeAsí se incendió la moto de Paulo Gonçalves ante la impotencia del luso Cabe decir que algunos dejan de lado la competencia y prima el compañerismo como relata Mateo Moreno, piloto de motos colombiano, que atascado en las arenas desérticas de la cordillera, recibió la ayuda de un colega al que le sucedió el mismo infortunio y entre los dos salieron adelante. Los trazos de la cordillera argentina y chilena, sumados a las variaciones del terreno boliviano en la altura de Potosí, no son las únicas amenazas de los pilotos en el Dakar. La inclemencia del frio y la falta del sueño azotan más que las rocosas vías. Los pilotos de escasos recursos duermen en tiendas de campaña, la que la mayoría del tiempo son golpeadas por temperaturas que alcanzan los cero grados o pueden estar por debajo en las zonas de Calama y Atacama en el norte chileno. “En las noches hace frio, pero lo más preocupantes son las tormentas de arena que hacen imposible la comunicación entre campañas. El único lugar amplio para hablar es la carpa de alimentación sodexo que se pasa bien”, cuenta Mateo Moreno quien debió retirarse por la rotura del motor. La alimentación es clave durante la competencia y en eso los que van a la travesía si reciben garantías, con un área de buffet, comedor, y mucha hidratación, algo que muchas veces es dejado de lado porque los corredores se enfocan en poner en condiciones su transporte para a las 4 de la mañana del próximo día, levantarse y ni bien se asoma el sol, salir a competir. ¿Entonces por qué van a una cita con la muerte? Los pilotos son conducidos por una adrenalina inusitada comparada con la que siente un paracaidista antes de lanzarse al vacío. Con las manos adormecidas como Moreno, raspones y torceduras como Toro, o con el omóplato fracturado como Marco Antonio Saldarriaga el último motociclista colombiano en abandonar, todos solo tienen algo en mente: Que pase el año para en la próxima edición volver a desafiar a la muerte y terminar la competencia.
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