El partido era áspero y la diferencia era mínima. Los 22 jugadores volvieron al colegio del sector de Caballito en Buenos Aires, Argentina, años después para descifrar quién era el capo de la facultad, como lo hacían en su época de estudiantes. El equipo de Pablo Silva caía 1-0 pero se le presentó la oportunidad del empate. Un tiro libre directo, cerca de la portería y la ilusión de meterle comba al disparo. Silva chuta y… la barrera evitó el gol.
"Se adelantó, se adelantó", gritó clamando justicia ante una barrera que se adelantó tres metros. Como esta no apareció, quiso hacerla por cuenta propia. A los golpes terminó ese partido, expulsado y masticando ira, yéndose a su casa con un sabor amargo de injusticia pensando qué inventar para que algo así no volviese a suceder.
Corría el año 2002 y a Pablo Silva se le ocurrió algo elástico que fijara los 9 metros con 15 centímetros que determina el reglamento del fútbol para la ubicación de la barrera rival a distancia del ejecutante. Pasó poco tiempo para desechar esa idea pero de inmediato tuvo otra.
Un aerosol que se desvaneciera en el césped, en el piso, en la tierra, en cualquier superficie en la que se pudiera practicar fútbol. Llamó a un tío que algo entendía de bioquímica y se puso a trabajar. Como en la ciencia, todo fue prueba y error. Tuvo un fracaso al principio pero no bajó los brazos.
El aerosol 9-15 se hizo tan popular que ya jugó su primer mundial
Buscando, encontró a un químico y por cinco años intentaron e intentaron hasta que dieron con la clave. Ahora, ¿qué hacer con un producto eficaz al que no conocía nadie en el entorno del fútbol? El único que podía impulsar el aerosol evanescente era el mandamás del fútbol argentino, Julio Grondona.
Así fue como en 2008 Silva tuvo su oportunidad. Una chance en mil. Como periodista deportivo, su profesión, acercarse a Don Julio no era una utopía. Si no le impactaba, en un minuto le estaría diciendo "gracias querido". Si llamaba su atención, lo escucharía atentamente y así fue. Por más de media hora el presidente de la AFA lo escuchó, le sedujo la idea y la impulsó.
El 18 de septiembre de aquel año en el partido Chacarita - Los Andes de la segunda división del fútbol argentino, el aerosol '9-15' hizo su irrupción. La prueba piloto fue un éxito y el invento no tardó en llegar al torneo de primera división.
Pablo Silva le vendió la idea y Grondona la compró. Así nació el aerosol evanescente
El siguiente paso, internacionalizarlo. Cuando Pablo Silva lo vio usar a nivel profesional de inmediato imaginó ver su invento en un mundial de fútbol. Para ello tenía que convencer a la FIFA, y más difícil aún, a la International Board. Por eso viajó al Reino Unido para tocar las puertas en cada uno de los cuatro países que conforman el máximo ente legislador del fútbol mundial.
Inglaterra, Gales, Escocia, Irlanda del Norte, ese fue el recorrido del 'periodista inventor', que con esfuerzo consiguió el aval promediando 2013. De la nada, Silva se vio en Marruecos, durante el Mundial de Clubes, donde se hizo una prueba oficial más de FIFA. Ya había sido probado en el Mundial Juvenil de Turquía, pero esta era la prueba de fuego.
A la salida de un estadio se encontró con un juez, alguien que combatió su idea en principio. El español Carlos Velasco Carballo lo paró y le dijo, "oiga Pablo, quiero darle las gracias. En principio no vi con buenos ojos el aerosol, pero ahora que lo pruebo le doy la razón". Sin poder digerir las congratulaciones del juez ibérico, Silva recibió una noticia para la que no estaba preparado: Joseph Blatter, presidente de FIFA, confirmó que el aerosol sería usado en Brasil 2014.
En el partido inaugural del mundial entre Brasil y Croacia, Pablo Silva sintió satisfacción. Sintió que aquella vieja deuda del partido de exalumnos marianos en Caballito estaba saldada. El aerosol se internacionalizó y la Premier League, entre otras grandes ligas del mundo, lo acogieron para la nueva temporada. Una de ellas, la liga colombiana luego que Dimayor lo oficializara. Pero Silva va por más.
Con el éxito del aerosol, ahora el inventor trabaja en su nueva idea patentada: las tarjetas electrónicas. “Es una nueva tarjeta electrónica para que el árbitro no tenga que estar trabajando con dos tarjetas. Es una tarjeta inteligente que ya tengo registrada y en breve tiempo estaría presentando. Cambia automáticamente cuando la tocas: primero se pone amarilla y si vuelves a amonestar al mismo jugador permanece un tiempo en ese color y después se pone roja con el número del amonestado escrito en la tarjeta", definió Silva, que sigue soñando en grande aunque a veces en sus sueños se le atraviese aquel partido perdido, que hizo germinar la idea del aerosol en el fútbol.
Silva se transformó en un visionario, ahora quiere las tarjetas electrónicas
El aerosol 9-15 se hizo tan popular que ya jugó su primer mundial
Buscando, encontró a un químico y por cinco años intentaron e intentaron hasta que dieron con la clave. Ahora, ¿qué hacer con un producto eficaz al que no conocía nadie en el entorno del fútbol? El único que podía impulsar el aerosol evanescente era el mandamás del fútbol argentino, Julio Grondona.
Así fue como en 2008 Silva tuvo su oportunidad. Una chance en mil. Como periodista deportivo, su profesión, acercarse a Don Julio no era una utopía. Si no le impactaba, en un minuto le estaría diciendo "gracias querido". Si llamaba su atención, lo escucharía atentamente y así fue. Por más de media hora el presidente de la AFA lo escuchó, le sedujo la idea y la impulsó.
El 18 de septiembre de aquel año en el partido Chacarita - Los Andes de la segunda división del fútbol argentino, el aerosol '9-15' hizo su irrupción. La prueba piloto fue un éxito y el invento no tardó en llegar al torneo de primera división.
Pablo Silva le vendió la idea y Grondona la compró. Así nació el aerosol evanescente
El siguiente paso, internacionalizarlo. Cuando Pablo Silva lo vio usar a nivel profesional de inmediato imaginó ver su invento en un mundial de fútbol. Para ello tenía que convencer a la FIFA, y más difícil aún, a la International Board. Por eso viajó al Reino Unido para tocar las puertas en cada uno de los cuatro países que conforman el máximo ente legislador del fútbol mundial.
Inglaterra, Gales, Escocia, Irlanda del Norte, ese fue el recorrido del 'periodista inventor', que con esfuerzo consiguió el aval promediando 2013. De la nada, Silva se vio en Marruecos, durante el Mundial de Clubes, donde se hizo una prueba oficial más de FIFA. Ya había sido probado en el Mundial Juvenil de Turquía, pero esta era la prueba de fuego.
A la salida de un estadio se encontró con un juez, alguien que combatió su idea en principio. El español Carlos Velasco Carballo lo paró y le dijo, "oiga Pablo, quiero darle las gracias. En principio no vi con buenos ojos el aerosol, pero ahora que lo pruebo le doy la razón". Sin poder digerir las congratulaciones del juez ibérico, Silva recibió una noticia para la que no estaba preparado: Joseph Blatter, presidente de FIFA, confirmó que el aerosol sería usado en Brasil 2014.
En el partido inaugural del mundial entre Brasil y Croacia, Pablo Silva sintió satisfacción. Sintió que aquella vieja deuda del partido de exalumnos marianos en Caballito estaba saldada. El aerosol se internacionalizó y la Premier League, entre otras grandes ligas del mundo, lo acogieron para la nueva temporada. Una de ellas, la liga colombiana luego que Dimayor lo oficializara. Pero Silva va por más.
Con el éxito del aerosol, ahora el inventor trabaja en su nueva idea patentada: las tarjetas electrónicas. “Es una nueva tarjeta electrónica para que el árbitro no tenga que estar trabajando con dos tarjetas. Es una tarjeta inteligente que ya tengo registrada y en breve tiempo estaría presentando. Cambia automáticamente cuando la tocas: primero se pone amarilla y si vuelves a amonestar al mismo jugador permanece un tiempo en ese color y después se pone roja con el número del amonestado escrito en la tarjeta", definió Silva, que sigue soñando en grande aunque a veces en sus sueños se le atraviese aquel partido perdido, que hizo germinar la idea del aerosol en el fútbol.
Silva se transformó en un visionario, ahora quiere las tarjetas electrónicas
