Como suele suceder con muchos otros temas, muchas veces tenemos conceptos errados acerca de los gatos y su comportamiento.
Sin embargo, varios científicos alrededor del mundo, como el argentino Ricardo Bruno, autor del libro ¡Miau! Una guía para entender a tu gato. El experto se dio a la tarea de estudiar a estos felinos, unas de las mascotas preferidas alrededor del planeta. Esto fue lo que encontró:
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Los gatos sólo maúllan para los humanos
Uno de los mitos más difundidos en la actualidad es que los gatos hacen sonidos únicamente para comunicarse con los humanos, pero que en su entorno natural no.
Pero los expertos detectaron que maullar y ronronear son acciones desarrolladas para comunicar su estado de ánimo tanto a humanos como a otros de su especie. Es más, se detectaron más de 73 sonidos diferentes, usados en su entorno natural
Tienen una aguja en la cola
¿Alguna vez escuchó decir a sus padres o abuelos que los gatos tienen una aguja en la cola? Aunque no lo crea, miles de personas todavía creen eso, y no tienen un felino de mascota por miedo a ser atacados por esa letal, pero falsa arma.
Su cola es como la de cualquier otro animal, sin uñas o agujas. Sin embargo, cumple varias funciones, como ayudar al animal a mantener el equilibrio.
También se descubrió que detrás de su movimiento se esconde algo más que el estado de ánimo. Cuando un gato permanece quieto, pero su cola se mueve de un lado a otro, significa que en su interior hay una especie de conflicto en cuanto a elegir qué acción hará a continuación.
Son traicioneros
Muchas personas no saben cómo explicar que un gato ataque de la nada. Aseguran que son traicionaros, y que no importa cuanto se les cuide, son capaces de agredir a quienes más lo quieren.
La verdad es que existen varias señales que pueden indicar si el felino va a atacar. Las orejas son las más obvias. Cuando están hacia atrás quiere decir que están enojados, y si están muy hacia al frente, que están asustados. En cualquiera de estos casos, pueden volverse agresivos.
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Le tienen miedo al agua
Otro pensamiento muy frecuente es que odian bañarse, y que les asusta el agua. Esta idea fue popularizada principalmente por las caricaturas, en las que salían gatos animados como Silvestre o Tom (de Tom y Jerry) huyendo del agua.
Nada más alejado de la realidad. Expertos encontraron que son muy buenos nadadores y gozan de un buen baño (no tan seguido y a una temperatura del agua agradable). Lo que no les gusta es ser mojados a la fuerza o por sorpresa.