Pez basa: ¿nadando con el enemigo?

Dom, 25/06/2017 - 11:58
En 2011, tras la denuncia de acuicultores e ictiólogos de la presencia en criaderos del pez basa con fines ornamentales en el Valle del Cauca, Cauca, Huila, Meta y Santander, el Ministerio de Medio A
En 2011, tras la denuncia de acuicultores e ictiólogos de la presencia en criaderos del pez basa con fines ornamentales en el Valle del Cauca, Cauca, Huila, Meta y Santander, el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) se solicitó al Instituto Humboldt un concepto técnico sobre el nivel de riesgo de la especie para los peces y ecosistemas acuáticos de agua dulce del país. Un año después, el Humboldt categorizó la especie como de alto riesgo tras un protocolo de análisis y de comprobar su reproducción con propósitos comerciales. Esta es una actividad ilegal, pues en Colombia solo se autoriza la importación del pez basa en filete para consumo masivo. Pese a lo anterior, en el país no es posible hablar de una invasión debido, entre otras razones, a la ausencia de estudios que aporten parámetros para aseverar que tal fenómeno ocurre. De hecho, el pez basa no se reconoce de manera oficial como especie introducida en Colombia pues ni el MADS ni la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) han aprobado solicitudes de importación de individuos para acuicultura o fines ornamentales. Lea también: La campaña de Greenpeace para proteger los océanos Tiempo después el MADS,  entidad que ejerce la secretaría científica del Comité Técnico Nacional de Especies Introducidas y/o Trasplantadas Invasoras en el Territorio Nacional, convocó a los institutos de investigación del Sistema Nacional Ambiental (Sina) para discutir la pertinencia de incluir o no al pez en la lista de especies invasoras. Hacia 2015, un estudio emprendido por los investigadores Mauricio Valderrama, José Iván Mojica, Andrea Villalba y Fabel Ávila, de la Fundación Humedales y del Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, y publicado en la Biota Colombiana, siguió el rastro del pez en el territorio colombiano. En esta oportunidad, pescadores artesanales capturaron ejemplares en aguas del río Carare y en la ciénaga de Guarinocito, cuenca del Magdalena; luego, registros confirmados ubicaron prototipos del pez en localidades de la misma zona: Puerto Triunfo, Puerto Berrío, Santa Clara, Caño San Juan, Ciénaga de Chucurí y del Opón, además de Barrancabermeja. Asimismo, la comercialización de pescados frescos fue detectada en mercados locales de poblaciones ribereñas de la cuenca alta y media del río Magdalena, sin que a la fecha se haya establecido si llegaron como resultado de actividades de piscicultura ilegal o de captura en el medio natural. Y es que la aceptación del pez en el marcado ha despertado en los piscicultores colombianos el interés por su cría y producción a gran escala.

¿El pez basa podría ser una especie domesticada?

Por la vía legal el pez basa podría clasificarse, a futuro, como especie domesticada, como ocurrió con la tilapia y la trucha, pues el Decreto 1780 de 2015, expedido por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y el MADS, autoriza que especies introducidas al país se declaren como domesticadas para fines de piscicultura. Con este panorama se esperarían probables impactos sobre las especies nativas en la cuenca del Magdalena, la cual presenta una disminución considerable en la producción pesquera: cerca de un 50 % en los últimos 40 años y con probables descensos en tiempos recientes, lo que complicaría más la situación actual de las pesquerías regionales. También es presumible que la especie pueda competir con otras nativas de esta cuenca, que sustenta cerca del 70 % de la producción pesquera anual. Como si fuera poco, sus características biológicas, dieta amplia, elevadas tasas de reproducción, rápido crecimiento, tolerancia a condiciones ambientales extremas y comportamientos migrantes presuponen una rápida expansión por todas las tierras bajas del cauce. Lo anterior preocupa porque en el norte de Suramérica la cuenca del río Magdalena es considerada la de mayor riqueza especies de peces (167 dulceacuícolas primarias y por lo menos 66 endémicas); para los Andes Tropicales es la que más cantidad de especies acuáticas amenazadas registra y ocurre lo mismo a nivel nacional, de acuerdo con el Libro Rojo de Especies Dulceacuícolas de Colombia suman 35 las especies en peligro. La misma investigación confirmó la presencia y comercialización de ejemplares juveniles en tiendas de mascotas y peces de Bogotá. En este contexto, las consecuencias que arrastra consigo la introducción del pez basa para la ictiofauna de esta región son inciertas, dado que sus hábitos de vida podrían influir en los de muchas de las especies nativas.
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