Es una tarde muy fría y Mónica está en bata. A sus piernas les empiezan a salir manchas rojas por la baja temperatura. Tiene 19 años y es la primera vez que posa para una sesión de fotografía íntima o Boudoir, un género fotográfico que busca “exaltar la esencia de las mujeres”, según explica el fotógrafo William Torres. Fresas, chocolates y champaña que buscan crear un ambiente, rodean a la modelo. Suena la música que Mónica ha traído en un iPod.
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Este tipo de fotografía íntima y privada busca que mujeres comunes y corrientes se hagan una sesión con su entorno, ropa, accesorios y lingerie para sentirse sensuales. El Boudoir es un término francés que significa tocador, vestier o aposento privado para damas. Fue acuñado como género fotográfico de retrato femenino en los años 80 en California. Era una forma de marcar una diferencia de estilo frente la fotografía erótica, la glamorosa o la de de fine arts.
Para no intimidar a Mónica, William utiliza un lente de largo alcance, mientras una asistente le indica cómo debe posar. Los hombres (papá, esposo o novio) están prohibidos en esta sesión porque según Torres las inhiben. “A veces no las dejan posar, mientras que con las mamás o una amiga pueden estar más tranquilas”, dice.
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Mónica comienza a soltarse la bata y, aunque su madre la acompaña, se le dificulta desvestirse.
“Muéstranos tus piernas, que dijiste que era lo que más te gustaba de ti. Párate cómoda y sutilmente vas soltando la bata. Hazlo natural, como tú te quitarías la blusa. Baja los hombros y relájate”, le indica William.
La modelo va adquiriendo una mirada más serena. El calor de una chimenea contrarresta el frío. Mónica posa con más naturalidad delante de un tronco gigante, luego se recuesta en él. Un velo le cubre el pelo y parte de su cuerpo. “Confió en él, y esto es acerca de perder el miedo. Me veo bien en las fotos, uno nunca tiene una perspectiva distinta de uno mismo”, dice Mónica, quien aceptó la sesión porque conoce desde hace años a William y quería tener esas fotos para ella. Al parecer no se atreverá a mostrárselas a su novio, quien se encuentra prestando servicio militar.
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¿Cómo se hace una sesión de Boudoir?
El requisito es ser mujer y mayor de 18 años. No es necesario ser modelo o tener un cuerpo escultural, solo ser ellas mismas. Antes de realizar una sesión, la persona lo contacta a William, quien vive en Miami pero pronto comenzará a realizar sesiones en Colombia. La esposa e hija del fotografo son encargadas de visitar a la cliente unos días antes para brindar confianza y disipar temores.
William suele preguntarles antes de fotografiarlas qué es lo que más les gusta de su cuerpo.
“Parte del secreto está en que la ropa sea de ellas, pretendo que con lo que tú tienes y eres salga algo hermoso. Además hay que saber escucharlas y mirarlas. Todo el tiempo me fajo con el piropo. Hay mucha inseguridad en las mujeres, pero a medida que pasa la sesión veo cómo van creciendo.”
En el caso de Mónica se enfoca en sus piernas y espalda, pero también hace otro descubrimiento: sus ojos y senos, que muestra sutilmente.
Es muy importante que la mujer se sienta en confianza. Que William, quien ya lleva varios años en este negocio, solo utilice palabras suaves y las mire a los ojos. “El secreto es que ella sienta que no la voy a agredir y pueda estar relajada, hasta que se sienta tranquila, bonita. No hay palabras como 'estás buena' ”.
Tabatha Gómez, quien se ha realizado dos de estas sesiones (una embarazada y otra hace un mes) afirma que sintió muchos nervios y miedo a verse fea, pero se fue relajando. Terminó tomándose una foto desnuda en el balcón de su casa, sin vergüenza. Su esposo, a quien solo le mostró algunas imágenes, no lo podía creer.
De fotógrafo de guerra a la fotografía erótica
William Torres no comenzó con fotos de mujeres desnudas. Fue reportero gráfico por más de 18 años en medios de comunicación como El Tiempo o la Revista Cambio 16, la agencia AP y empresas cono Unicef y tomó fotografías memorables como la muerte de Gonzalo Rodríguez Gacha, la Masacre de Segovia, la Caída del Avión de Avianca y la fuga de Pablo Escobar. En 1990 ganó el premio de Periodismo Simón Bolívar por Mejor Fotografía con una imagen de la muerte de Luis Carlos Galán. En el 93 volvió a recibir el mismo galardón. Cansado del trajín se fue a vivir a Estados Unidos para emprender nuevos proyectos, entre ellos el Bodouir.
“Aprendí a hacer esta fotografía con algunas de mis compañeras de El Tiempo, a quienes de manera seria les propuse los desnudos y aceptaron. Trabajé mucho en reporteria de guerra, pero finalmente decidí irme a aprender esto, la parte técnica, pero lo otro se me da con una facilidad inmensa”.
William, quien tiene esposa, hija, y dos gatas, dice que se siente muy bien con las mujeres y que por eso le gusta mostrarlas: admira la femineidad.
¿Estas fotos qué sentido tienen?
Casi todos los desnudos son para que los hombres disfruten, pero lo que yo busco es que la mujer se sienta bien con ella misma. Que puedan conservar esas fotos siempre.
¿Cómo logra que no se vean vulgares?
Creo que una mujer con ropa a veces puede quedar vulgar en las fotos y en cambio una desnuda no. Me fijo en revistas como Vogue y Marie Claire para ponerle el glamour. Por ejemplo, no es el desnudo por el desnudo como alguna vez hizo Soho con Yidis Medina, sino que se vean realmente bonitas.
¿Por qué pasar de la reporteria de guerra al Boudoir?
Son retos diferentes y pretendo estar más tranquilo. Estuve a punto de que me mataran varias y ahora tengo una hija que quiero ver crecer. Además, esta resultó ser mi gran pasión.
¿Qué dicen las clientas?
Se sienten mejor, aumenta su autoestima. Si están recién divorciadas -que quedan muy golpeadas- salen enteritas. Si están acomplejadas con el busto pequeño les voy mostrando con fotos que es lindo y se van encontrando con su verdadero yo. Hay un deseo interior de querer verse. No es verdad lo que les han dicho: no deben ser top models o actrices de cine para ser hermosas.
Las mujeres comunes también se desnudan ante la cámara
Vie, 29/11/2013 - 07:01
Es una tarde muy fría y Mónica está en bata. A sus piernas les empiezan a salir manchas rojas por la baja temperatura. Tiene 19 años y es la primera vez que posa para una sesión de fotografía í