La Virgen de Guadalupe y su aparición al indígena mexicano, Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un nativo del cerro de Tepeyac, hace 489 años, a pesar de la crisis ocasionada por la pandemia, pone a México este 12 de diciembre a centrar su atención y sus oraciones en ella, su venerada patrona.
A pesar de que la Basílica donde se exhibe la imagen sagrada está cerrada por la pandemia muchos se acercan a ella para estar, así sea a varios metros de distancia de la entrada, para sentir su presencia y pedirle favores.
Sobre la historia del indígena, bautizado por la iglesia católica como Juan Diego -que en su lengua significa “el que habla como águila” hay muchas preguntas, algunas sin responder, que han llevado incluso a expertos en distintas materias, de varias partes del mundo, a estudiar la imagen impresa sobre la manta o tilma, que vestía Cuauhtlatoatzin y que estaba confeccionada con hilos de maguey.
Más allá de la fe
Entre los aspectos más sobresalientes de la imagen de la Virgen María se destaca el hecho de que se trata de una “tilma” de fibras de cactus, áspera y de muy baja calidad, sobre cuya superficie resulta casi imposible pintar y mucho menos lograr que permanezca intacta a través de los siglos
Muchos artistas la han estudiado a fondo y dicen que no se usó ninguna técnica previa para adecuar la superficie y está estampada en una especie de seda, mientras el resto de la prenda es áspera y burda.
Otra de las características extraordinarias de la imagen según estudios hechos por expertos en fotografía infrarroja es que no hay trazos de pincel y que se trata de una imagen que fue plasmada completa.
Un oftalmólogo peruano, el doctor José Aste Tonsmann, oftalmólogo peruano estudió los ojos de la imagen de la Virgen con una magnificándola 2.500 veces y logró identificar hasta 13 individuos en ambos ojos en diferentes proporciones, así como el ojo humano reflejaría una imagen, en lo que parece ser una captura del ojo de la imagen del momento en que el indígena abrió su tilma ante Fray Juan de Zumárraga.
Imagen indestructible
También resulta inexplicable la conservación intacta de la imagen sobre la tilma durante cuatro siglos y 89 años. Y no ha sido solo resistente al paso de los años, también a la mano del hombre.
El 1785 un trabajador encargado de la limpieza de vidrio que recubre la imagen, involuntariamente derramó solvente de ácido nítrico sobre buena parte de ella y contrario a lo que se esperaba -que se hubiese corroído inmediatamente- en 30 días se auto restauró.
También la Virgen de Guadalupe ha sido objeto de ataques de todo tipo, desde los que tratan de demostrar que se trata de una farsa creada y sostenida por el Vaticano, hasta los que han buscado destruirla.
El 14 de septiembre de 1921, un hombre al que nunca capturaron, atentó contra la Virgen en lo que la prensa calificó como una forma de protestar contra la iglesia católica, dejó frente al altar de la virgen, en el antiguo templo, un jarrón de rosas con 29 cargas de dinamita dentro.
La imagen venerada quedó intacta, ni siquiera el vidrio se quebró, el impacto lo recibió un cristo de bronce que quedó completamente doblado, al que le atribuyen haber protegido a la Virgen de Guadalupe.
Otro aspecto sorprendente es la calidad iridiscente de la imagen que cambia sutilmente de colores dependiendo del ángulo desde el que se la observe. De otra parte está probado que la coloración de la imagen no tiene elementos animales o minerales y es imposible que se trate de colorantes sintéticos puesto que no existían hace casi cinco siglos.
Milagro sobre tela burda
La imagen impresa sobre una tela de fibra de maguey se exhibe y venera hoy enmarcada y protegida con extremas medidas de seguridad para evitar el contacto de los humanos y es objeto de visita de miles de católicos provenientes de muchas partes del mundo.
Todos los años artistas de muchos géneros musicales le cantan a la Guadalupana, como la llaman coloquialmente los mexicanos a su patrona espiritual y hay quienes sostienen que ese país no es católico sino Guadalupano.
La versión histórica de las cuatro apariciones de la Virgen a Juan Diego, de 53 años señalan que en 153 cuando sucedió el milagro, él vivía con su mujer y un tío en Tulpetac, y en medio de una caminata con rumbo a Santa Cruz de Tlatelolco, donde se encontraba la única iglesia de su zona residencia, tuvo la visión de la Madre de Jesús quien le dijo que su tío quien se encontraba enfermo pero que ya estaba sano.
La fecha de la visión, dicen los escritos sobre los hechos, es el 9 de diciembre, pero la celebración no se hizo en esa época sino 136 años después cuando por decisión del Papa Clemente IX se instituyó el 12 como la fecha oficial para honrar a la Virgen de Guadalupe y en 1824 el congreso de México declaró esa fecha como fiesta oficial.
El día en que Juan Diego tuvo la visión de la Virgen llevaba puesta su manta, que equivocadamente se popularizó como “ayate”, por ser ésta la fibra de la que estaba hecha y se usaba para tareas agrícolas como cernir granos. Su vestimenta denotaba la humilde procedencia del indígena, de la raza chichimeca.
Según relatos divulgados por el propio Vaticano la Virgen María le pidió a Juan Diego que subiera a lo más alto del cerro del Tepeyac y recogiera unas rosas que encontraría allí y se las llevara como prueba de sus apariciones al primer Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga
Para Juan Diego constituyó una sorpresa encontrar rosales de Castilla en medio de una zona árida y rocosa en la que no era posible que crecieran plantas mucho menos rosas.
La Virgen María también le dijo al indígena que solicitara que se construyera un templo en su honor. Los dos mandatos de la Virgen fueron cumplidos y cuando Juan Diego llevó las rosas ante el obispo Zumárraga, el prelado presenció cómo, según cuentan los escritos sobre las apariciones, al momento de dejarlas caer de su manto se reveló la imagen de la Virgen estampada sobre la tilma del mensajero de la madre de Dios, que está expuesta en la Basílica de Guadalupe.
Virgen de origen alemán
La “ mujer vestida de sol”, un modelo iconográfico medieval que en Alemania y Flandes se utilizaba para representar a la madre de Cristo, es para los expertos la inspiración de la imagen grabada en la tilma de Juan Diego
Las dos imágenes tienen elementos comunes como el estar de pie sobre una media luna, circundada por rayos solares y corona sobre la cabeza. Otros elementos comunes llaman la atención como los pliegues, el largo hasta los pies y la casi imperceptible flexión de la rodilla izquierda de la Virgen.
A América la imagen de una Virgen similar llegó con Cristóbal Colón y con Hernán Cortes, conquistador de México, devoto de su imagen, que arribó con un estandarte de una Virgen morena, pero con algunas diferencias como el sostener en brazos al niño Jesús y un cetro de cristal en su mano derecha, pero similar bajo sus pies una media luna humillada.
