
Daniel Pecaut es francés, elocuente, risueño, y uno de los intelectuales que con mayor agudeza se ha acercado a la política y al conflicto colombiano en el Siglo XX. Su libro ‘Crónica de dos décadas de política colombiana. 1968-1988’, es un referente en la bibliografía sobre el tema.
La Universidad Santo Tomás de Bogotá lo invitó a participar en un evento académico y KienyKe.com aprovechó la ocasión para repasar con él lo que está pasando en Colombia en materia de conflicto armado, paz y política. Una conversación con él, más que una charla, es una clase de historia.
El país que Pecaut retrata en sus ‘Crónicas’ es uno muy diferente al de hoy. En la época del Frente Nacional Bogotá no llegaba al millón de habitantes y Medellín, dice el autor, era un pueblo grande. En la capital de Colombia era difícil diferenciar entre un “abogado eminente de un portero porque vestían igual”, de saco y corbata rigurosos. Colombia era un país pobre, no de renta media como hoy en día.
Los temores de esa Colombia de los 1960 y 1980 se diluyeron. “Había tanto miedo de que Colombia se volviera un terreno abonado para la guerrilla. No fue el caso. Las guerrillas fracasaron por el cansancio de la gente con la violencia, el campesinado no está listo para salir a otra guerra”.
Pecaut resalta como una cualidad nacional el optimismo. “Por eso Colombia es un país extraordinario, porque a pesar de todo se cree que mañana va a ser mejor”. Dice que ese optimismo debe aprovecharse para que los pueblos afectados por la violencia acojan sus “diferentes memorias". "Toda la experiencia de países que superaron tragedias señala que acogieron todas esas memorias, todas esas narrativas a nivel local”.
Agrega que el papel de los medios de comunicación en esa labor es fundamental, pues se encierran en lo que pasa en Bogotá, Medellín y Cali, mientras en las periferias ocurren tragedias y desigualdades que deben ser reportadas.
Partidos políticos y élites
Pecaut ve con preocupación el debilitamiento de los partidos. Entre 1950 y 1990 la identidad de los colombianos se basó en los partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador. Ahora, sin partidos, según él, la identidad no se basa en nada.
Además, sin partidos, “no hay entusiasmo político alrededor de la paz.” “Mi preocupación – continúa Pecaut- es que a muchos sectores de las ciudades o privilegiados ya no les interesa la paz. Es fácil vivir con un conflicto armado que cuesta el 4 % del PIB, ya no hay secuestros, el conflicto produce consecuencias tremendas en las periferias. Cuando haya un acuerdo de paz Colombia va a conocer las protestas sociales, las reivindicaciones sociales, este país, el más desigual de América Latina, no se puede mantenerse así. Esto va a ser mucho más grande, no sólo para los sectores más privilegiados sino para muchos”.
La Paz
Pecaut es optimista sobre el proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana.
Le preocupa que se demore tanto. “Pensé que el tema del narcotráfico no iba a poner tantos problemas, si los pone es porque el problema no es solo de reparación, sino de ayudar al campesinado colombiano y a la gente más pobre de las ciudades a salir adelante”.
Supone que “una de las razones para que se demoren tanto es el temor de las Farc de que sus miembros se vayan para las Bacrim”.
El sociólogo francés hace algunas propuestas. “Las Zonas de Reserva Campesina son importantes porque es una manera de definir proyectos sociales y de refrendación política, incluso para los desmovilizados. Las Farc pueden tener un papel local. No pueden tener un papel nacional porque no tienen votos. La gente les tiene odio a las Farc”.
Volviendo al tema regional dice que “no se puede dejar a la gente sola en su miseria, hay que tener proyectos productivos con iniciativas locales y apoyo del Estado”.
Rescata un caso en Antioquia. “Un ejemplo. San Carlos, Antioquia. A dos horas y media de Medellín. El gobierno de Antioquia y la municipalidad de Medellín lo financiaron. Medellín tuvo que acoger a tantos desplazados de San Carlos que en lugar de seguir financiando esos desplazados optó por financiar la reconstrucción de San Carlos. Es un ejemplo de lo que se podría hacer en otros lugares”.
