La contienda electoral de 2022 calienta motores para entrar en fases decisorias para partidos y candidatos que buscarán el poder en las elecciones legislativas y presidenciales. Pese a que son varios los retos en materia política, uno de los más relevantes, que atañe directamente al ciudadano de a pie se trata del discurso de odio, un problema que en 2018 creció más de lo esperado.
En primer lugar es clave anotar que dentro de este discurso se incluye la promoción o instigación del odio, la humillación o el menosprecio de una persona o grupo de personas, así como el acoso, descrédito, difusión de estereotipos negativos, estigmatización o amenaza y la justificación de esas manifestaciones por razones de raza , color, ascendencia, origen nacional o étnico, edad, religión, género, orientación sexual, ideología política y otras características o condición personales.
En 2018, la Misión de Observación Electoral presentó un informe del impacto que tuvieron las redes sociales durante los procesos electorales de ese año. Dicho documento analizó 44.871.873 mensajes hechos por los colombianos sobre las elecciones, donde más de cuatro millones (10%) fueron mensajes de intolerancia y agresividad.
Según los datos presentados por la MOE, 4.311.347 mensajes (10% del total) estuvieron cargados de violencia, intolerancia y agresividad; sin embargo, durante la primera vuelta presidencial fue cuando más se evidenció este tipo de discurso.
Para las elecciones de Congreso se encontraron 1.509.483 conversaciones (18% del total de las menciones totales de ese periodo) con contenido o incitación a la intolerancia; para la primera vuelta esta cifra aumentó a 1.724.489 (este periodo del proceso electoral es el que más generó conversación sobre las elecciones con cerca de 30 millones de mensajes, por eso el discurso de intolerancia solo representó el 6% del total). Finalmente, para la segunda vuelta presidencial se encontró una disminución del volumen a 822.800 menciones (13% del total de la conversación de ese momento).
Durante los seis meses de contienda electoral, la conversación en redes sociales tuvo varios hitos que dependieron de hechos que marcaron la agenda mediática del día a día. En enero, la oficialización de coaliciones a la Presidencia marcó un hito con 716.329 menciones; el mes de marzo se vio marcado por las elecciones a Congreso y las consultas interpartidistas con 690.587 menciones; durante abril, el inicio de los debates presidenciales marcó una tendencia para ese mes con un volumen de 609.796 conversaciones; en mayo, la realización de la primera vuelta logró las 914.693 menciones; y, en junio la segunda vuelta llegó a 882.800.
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Para tener una referencia del impacto que tiene la intolerancia en el debate democrático, la MOE encontró que la conversación actual más importante en Colombia, el mundial de fútbol, logra entre 80 y 100 menciones diarias, cifra muy similar a los picos de intolerancia que se presentaron durante la jornada electoral en Colombia.
Sobre las razones que se usaron para incitar el odio y la agresión se encontró que para cada proceso electoral hubo cambios evidentes en la estrategia de posicionar argumentos de miedo. Mientras que los principales argumentos durante la campaña de Congreso y consultas interpartidistas fueron: el odio contra las Farc (34%), la corrupción (26%) y el castrochavismo (24%); en primera vuelta los principales temas cambiaron desde un punto de vista ideológico a: paramilitarismo (34%), corrupción 29% y las Farc 25%; finalmente, en segunda vuelta volvieron a cambiar los principales argumentos siendo Venezuela (33%) la mayor fuente de intolerancia, las Farc (27%) y la corrupción con 22%.
Es clave señalar que, se encontró que eran los candidatos en contienda los principales generadores de este tipo de discursos de agresividad e intolerancia. Del 100% (6.480) de la conversación de los candidatos, el 2% (117) contuvo algún mensaje que promueve estos sentimientos. Por lo tanto, será en buena parte responsabilidad de los aspirantes al Congreso de la República y la Presidencia el respeto en medio del intenso debate político que se avecina.
Asimismo, los medios de comunicación, que juegan un papel clave en elecciones, tendrán que hacer trabajo objetivo y pensado en la ciudadanía para que los mensajes que se emitan desde sus portales, emisoras o noticieros no de pie al insulto o agresión, sino a un debate sano y natural en medio de un periodo electoral.