Pedro Sánchez fue investido presidente del gobierno una vez más. Durante su carrera política ha mostrado una asombrosa capacidad de sobrevivencia pero ahora tiene quizás su última oportunidad para ser el líder que requiere su país.
Nadie que haya visto el espectáculo ofrecido por el parlamento español en los últimos días puede ser optimista sobre la dirección que ha tomado el país. La clase política menos preparada y más intolerante que España ha tenido en democracia redujo el debate de investidura de Pedro Sánchez a una gresca de bar donde el argumento fue sustituido por el insulto y los adversarios dejaron de serlo, para convertirse en “enemigos” y “traidores”. Es un lenguaje de guerra civilista que empieza a extenderse a la calle y que demanda un liderazgo moderado, responsable y unificador. La pregunta es: ¿puede Pedro Sánchez ser el presidente que requieren los tiempos?
El líder socialista fue investido presidente el martes 7 de enero por un estrecho margen y demostró una vez más su capacidad de aguante. También probó que su instinto de supervivencia está por encima de sus promesas. Su gobierno nace frágil y dependiente de dos socios con los que dijo que no pactaría: Unidas Podemos, un partido que el presidente describió como peligroso, y los independistas catalanes de Esquerra Republicana, cuyo objetivo parece ser aprovechar la debilidad de Madrid para avanzar en la ruptura con España.
- Le puede interesar: Tensión diplomática entre Bolivia, España y México