Durante la mañana de este 30 de diciembre de 2022 se registró un nuevo choque de trenes entre el presidente Gustavo Petro y el exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, otra vez por la modalidad bajo la cual se construirá el Metro de Bogotá, que es una de las obras de mayor urgencia para los ciudadanos y la descongestión de la movilidad.
El cruce de trinos, el mandatario responsabilizó a Enrique Peñalosa de las demoras que se han presentado durante los últimos años en la construcción de la Mega obra, que inicialmente se pensó para ser subterránea y que finalmente se decantó por un modelo elevado que ha generado tanto críticas como apoyos.
“Prácticamente pasaron 8 años desde que suspendieron arbitrariamente el proyecto del metro subterráneo de Bogotá. En este momento si la muy sectarea decisión de Peñalosa no hubiera sido tomada, la ciudadanía bogotana estaría usando su primera línea del metro”, aseguró el mandatario, quien a lo largo de su carrera política, como alcalde de Bogotá y como Senador de la República, ha tenido evidentes diferencias con la visión política de Peñalosa.
Sus comentarios respecto al metro no se quedaron ahí, ya que en otras publicaciones ahondo en sus críticas al Metro elevado, que actualmente avanza en sus obras para la primera línea y que se estima entre en funcionamiento en el año 2030 y no en el 2022 como años atrás se esperaba.
“Los costos de construcción de la primera línea del metro subterráneo por la tasa de cambio habría tenido un costo muy inferior a lo que ahora cuesta una línea elevada, depredadora urbanísticamente y mucho más corta y débil”, sentenció Petro quien según algunas versiones se estaría reuniendo con los contratistas extranjeros a cargo de la obra para analizar la posibilidad de repensar la construcción del Metro de manera subterránea, lo que a todas luces significaría mayores gastos y mayores demoras para su entrega.
Finalmente Petro hizo una reflexión sobre cómo los egos políticos han afectado la construcción de la obra y, persé, han afectado a la capital y todos sus habitantes.
“El sectarismo político y la ingenuidad del elector han producido un daño incalculable a la ciudad de Bogotá”, acotó.