
La oficina de Armando Benedetti Villaneda huele a Creed, el mismo perfume que utiliza hace diez años. En este tiempo ha sido reelegido dos veces como Senador de la República, posesionó el Presidente Juan Manual Santos para su primer mandato, participó en la conformación del Partido de la U, fue acusado de tener nexos con paramilitares y ha protagonizado numerosos debates políticos. Algunos dicen que el senador tiene afán de figurar en medios, él atribuye parte de su constante intervención mediática al "exceso de sinceridad", cosa que a veces raya con la indiscreción.
Hay una cosa que, según dice, nunca cambiará, como el perfume. “Siempre estoy con las causas perdidas. Los animalistas, las negritudes, todos los que no tienen quien los defienda”. A reglón seguido hace referencia a uno de los chismes que más circula sobre él: “De mi dicen que soy marica, porque he tramitado proyectos a favor de los homosexuales, pero no lo soy.”
Este hombre que nació en Barranquilla hace 48 años y que se preocupa, quizá demasiado, por su presentación personal, dice estar más preocupado por las minorías. “Las defiendo a pesar de que no me generan votos”, lo dice mientras se acomoda su corbata y toma café con poca azúcar, por aquello de la dieta.
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Benedetti Villaneda cuenta sin problema lo que le aqueja, lo que le preocupa y aún más lo que le disgusta. Se refiere a los sucesos de su vida como ‘echando un cuento’, usando la jerga propia de su tierra: “Lo de la parapolítica me pasó por pendejo, fue una cosa injusta, producto de una cacería de brujas”.
Cuenta que estaba en un Consejo Comunal, en el año 2003, cuando le dijeron que Salvatore Mancuso, comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), estaba en un sitio cercano. “Fui a esa reunión más que todo por conocer quiénes eran esos tipos, esos barbaros, y eso lo usaron después mis enemigos políticos para decir que yo había estado haciendo una negociación con él”.
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En ese año, los paramilitares ya habían hecho un cese bilateral al fuego, el Gobierno Nacional y la iglesia estaban socializando las negociaciones con ese grupo subversivo. Un proceso que con el tiempo abrió un capitulo amargo para muchos políticos en Colombia y que terminó en un escándalo nacional que ya cumplió también diez años.
“Ellos (paramilitares) ayudaron a la gente del Congreso hasta el 2002. Yo había salido elegido a la Cámara de Representantes por Bogotá, y en Bogotá no hay paramilitares. Entonces no tenía ningún contacto con ellos ni nada, no los conocía” asegura.
Al recapitular ese episodio de su vida que describe como “demoledor” para él y su familia, Benedetti recuerda que el más afectado fue su papá, Armando Benedetti Jimeno. “Yo soy una persona de filosofía liberal, detestamos todos esos fascismos. Mi papá también es de filosofía liberal y yo sufría más por él, porque puedo jurarle que nunca se ha tomado una gaseosa con un mafioso o un asesino, y yo sabía que a él le dolía mucho porque en su momento todos los noticieros abrieron conmigo”.
Aunque después de este hecho, muchos dudarían de su rectitud, Benedetti se lo atribuye a una consecuencia de su mayor defecto: “Todavía creo en las personas. La gente no lo cree, pero soy güevon muchas veces”
El ‘divorcio’ de la U
A Armando Benedetti le tocó vivir también el suceso que ha tenido polarizado al país en los últimos seis años: la ruptura de las relaciones entre el Presidente de la República, Juan Manuel Santos y el senador Álvaro Uribe Vélez.
“Ellos dos eran amigos, uno era el elegido del otro. Ellos fueron los que pelearon y se ha visto que ha sido más por temas personales o porque cada uno puede creer que el mundo solamente gira si ellos están ahí” es la versión del congresista que hoy es presidente del Partido de la U, el mismo partido que fundaron Santos y Uribe en el año 2005.
Entre risas y con el acento costeño aún más marcado, Benedetti asegura que a muchos les falla la memoria, pues no recuerdan que como él, varios quedaron ‘en el aire’ cuando el Presidente Santos y el expresidente Uribe rompieron su amistad. “Yo he hecho este símil: Soy un hijo de padres separados. Los papás pelean y se van, y el hijuemadre soy yo porque me quedé en la casa. Cuando hay un divorcio a uno lo dejan tirado. Eso fue lo que nos pasó a todos nosotros”.
El senador recuerda que en el momento del ‘divorcio’, él había sido elegido presidente del Congreso por la coalición de Santos y Uribe, con el beneplácito de los dos porque “en ese momento había que irle a pedir el permiso a los dos” y siendo presidente del Congreso empezaron las peleas. “Yo no es que me haya quedado con alguien, yo era presidente por una coalición y salen peleando estos señores. Nosotros no tenemos la culpa” afirma.
Las ‘pullas’ contra Vargas Lleras
Sin pelos en la lengua, Benedetti Villaneda sostiene que el Vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras no tiene compromiso con la promesa de paz del Gobierno Santos porque simplemente su cargo se lo debe a “un acuerdo clientelista con el Presidente”.
No es la primera vez que el Senador lo dice. Coloquialmente, los costeños usan las ‘pullas’ para decir verdades y como es propio de su región, ‘Bene’ como le llaman de cariño sus allegados, dice todo de frente y sin miedo.
“Recuerde que él (Vargas Lleras), estando con el Presidente Uribe, no fue su candidato porque pidió unos ministerios y no se los dieron. Y esta vez, en el 2014, no fue candidato porque le dieron unos ministerios” cuenta el congresista, quien recrea cada situación como si la estuviera viviendo en el momento: “El señor dijo ‘me dan el Ministerio de Minas y de Transporte y no me lanzo’ y eso fue lo que pasó. Entonces ¿por qué van a pedir que este pendiente de la paz?.
Para Benedetti es clara la postura del Vicepresidente, quien se ha visto totalmente distanciado del proceso de paz que se adelanta en La Habana entre las FARC y el Gobierno Nacional. “Él se sentó y negoció, es clientelismo o como le quiera poner de bonito el nombre” reitera.
La paz de Santos.
Como buen comunicador social (su profesión), Armando Benedetti ha estudiado muy bien su fuente: la política. Carga a la mano un libro que le regaló su padre: ‘50 cosas que hay que saber sobre política’ de Ben Dupré. Lo consulta para aclarar términos importantes antes de sus debates o sus entrevistas, tiene todos los conceptos que se apegan a la realidad actual de Colombia pero no tiene incluido el escenario que se le avecina al país y que algunos colombianos bautizaron como ‘la paz de Santos’.
El senador asegura que el Gobierno Nacional “sí tiene con qué responder en un escenario de posconflicto” refiriéndose a las inversiones que serán necesarias hacer para garantizar la presencia del Estado en lugares donde la población ha permanecido abandonada, como ‘El Catatumbo’.
Pero para él hay un detalle aún más importante: “Nuestra sociedad no quiere ser generosa con la paz porque cree que nuestra justicia tiene que ser vengativa”.
Como anécdota, cuenta que en varias ocasiones, franceses y holandeses de organizaciones y medios le preguntan por qué en Colombia no queremos hacer la paz. “Nos ven como unos gorilas por no firmar la paz. A los que les gusta la guerra, se disfrazan de que quieren justicia pero una justicia vengativa. Hablan de guerra porque eso les da plata y votos” afirma.
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Si le dan papaya, vuelve a los medios
Contando algunos datos de su antiguo oficio en el noticiero QAP, en diario El Tiempo, la revista Aló y el canal regional de su tierra, Telecaribe, Benedetti asegura que le gustaría volver a ser periodista pero que por ahora sigue siendo político “porque nací con eso” y siempre fue su mayor aspiración.
Cuando habla de su vida, lo hace con nostalgia, como transportándose a las calles de ‘La Arenosa’: “A los nueve o diez años, cuando iba a la tienda, me preguntaba cómo haría para que ese señor votara por mí en 15 o 20 años. Fui concejal, representante y ahora senador, pero me ha servido conocer los medios, sé que es noticia y qué no, no cito a una rueda de prensa a las 6:00 de la tarde y pretendo que cambien la diagramación del periódico por alguna ‘bobada’ que vaya a decir” explica el senador, quien asegura que en eso le lleva una gran ventaja a sus compañeros del Congreso.
Como presidente de su partido, dice tener un firme objetivo: fortalecer ‘La U’. Para eso pretende cambiar los estatutos porque reconoce que tiene algunas fallas. “Tenemos que buscar que este partido sea moderno, que actúe conjuntamente, que ha sido muy difícil. Tomar las decisiones democráticamente y que una vez tomadas, se tengan que acatar o se puede prever algún tipo de sanciones”.
Por ahora, su atención se concentra en su colectividad. Asegura que no se le ha pasado por la cabeza aspirar a ser Presidente de la República pero si recuerda todo los días lo delicado de su investidura “ser político es una camisa de fuerza, tú haces una cagada y hasta ahí llegaste. Por eso hay que ser juicioso, es un tema de credibilidad”.

