Monseñor Froilán Casas, obispo de Neiva, es un personaje simpático y muy querido en el Huila. Antes que el Papa Francisco, él tenía un comportamiento abierto, alegre, casi dicharachero. En las fiestas del Sanpedro fue a varias celebraciones y tiene un contacto muy cercano con pobres, campesinos y desposeídos.
Escribe una columna semanal en El Diario del Huila y compite entre los más leídos de la región.
En su último comentario se mofa de las casas gratis “comenzando -dice- porque lo que a usted no le cobran ya alguien lo ha pagado”.
Monseñor Casas afirma que ahora puede hablar con mayor libertad porque ya pasaron las elecciones. Y explica sus críticas:
“Las llamadas viviendas gratis, no las paga el gobierno, las pagamos nosotros los contribuyentes. Ese programa, me parece un sofisma de distracción. ¡Qué proyecto tan inhumano! Entregarle a una familia compuesta en promedio por cinco personas un apartamento de 50 m2 es mutilar la familia, por decir lo menos. Es no respetarle su identidad cultural. Las ciudades están llenas de gente, porque no se estimula el campo. El campo es tan importante que el sector primario de la economía es el agropecuario. Los países desarrollados como Estados Unidos y Rusia exportan productos alimenticios que producen sus campiñas. En Colombia no ha habido una política agraria integral. ¿Para qué generarles a los campesinos bienestar citadino, si lo que estamos haciendo es establecer cordones de miseria urbanos?
Hay que hacer rentable el campo. Hay que incentivar la vivienda campesina. Obviamente sin corrupción. Pero me pregunto, ¿quién librará a este país de la corrupción? Como es ya proverbial: hecha la ley, hecha la trampa. Un campesino no se viene a la ciudad si tiene buenas vías de comunicación para extraer y comerciar sus productos. Un campesino no se viene al ruido ensordecedor de la ciudad, si es capacitado para hacer más productivas sus cosechas. Una de las apuestas productivas de todo gobierno es el campo. Colombia está dotada por su Creador por excelentes suelos, excelentes aguas, una biodiversidad envidiable en el mundo.
Vivimos en la pobreza, pisando una enorme riqueza, es como un harapiento pisando una mina de diamantes. Necesitamos pueblos más prósperos, como en Europa que no tiene, en general, grandes ciudades. El campo con todos los avances del desarrollo técnico es el mejor lugar para vivir, obviamente en donde se pueda trabajar en paz. El campo es uno de los mayores generadores de empleo. Si hay paro que haya encontrado justo, es el paro agrario, -no por la violencia, los campesinos en principio son pacíficos, el problema son quienes se infiltran instrumentalizando a nuestros queridos campesinos-. Por otra parte, cuando los campesinos hacen paro dejan de ganar. Cuando los empleados de una empresa del sector público o privado hacen paro, siguen devengando su sueldo.
Producir alimentos es muy rentable. Los israelíes exportan bananos, cítricos, tomates, pimentones, flores, productos lácteos. Si es verdad que el principal renglón de exportación es el tecnológico; a pesar de su desierto, se autoabastece en algunos productos agropecuarios y además, los exporta. La sólida economía suiza, subvenciona enormemente al campo, siendo este país uno de los mayores exportadores de leche procesada. Para hacer agradable y rentable el campo en Colombia es fundamental invertir en el campo. Una política agraria integral, será uno de los factores que nos permitirán salir del subdesarrollo”.
Obispo de Neiva reprende al gobierno por las casas gratis
Jue, 28/08/2014 - 12:40
Monseñor Froilán Casas, obispo de Neiva, es un personaje simpático y muy querido en el Huila. Antes que el Papa Francisco, él tenía un comportamiento abierto, alegre, casi dicharachero. En las fi