
Petro convirtió la Asamblea de la ONU en un acto de campaña. En vez de hablar de las masacres en el Cauca o de los niños reclutados en Arauca, eligió Gaza, el Tren de Aragua y un pulso directo con Estados Unidos. Incitó a soldados de EE. UU. e Israel a desobedecer órdenes, y Washington respondió retirándole la visa por incitador.
Lejos de asumir la magnitud del golpe, el presidente lo minimizó con arrogancia: “no importa, entro con la ESTA, soy ciudadano europeo”. Una frase que lo blinda a él, pero deja expuesta a Colombia.
Gaza como bandera política
Al denunciar genocidio en Gaza, Petro buscó proyectarse como líder del sur global. Pero más que solidaridad, fue cálculo: reforzar su relato de víctima frente al imperio. El gesto fue fingido y electoral. Mientras tanto, los muertos de Colombia quedaron invisibles.
Visa retirada: de sanción a relato
El Departamento de Estado fue claro: la visa se retiró por incitación a la violencia. Un hecho histórico y sin precedentes para un presidente colombiano. Pero Petro lo convirtió en narrativa: de sanción pasó a victimización. Su capital político se alimenta del choque, aunque el costo lo pague el país.
La ESTA como burla
En lugar de asumir la gravedad, Petro minimizó la sanción: “entro con la ESTA, soy europeo”. Para él, un privilegio personal; para millones de colombianos que dependen de un estatus migratorio incierto, una burla.
El Tren de Aragua relativizado en la ONU
En el mismo discurso, Petro aseguró que el Tren de Aragua no es terrorista. Una organización que asesina, extorsiona y que ya ha sido catalogada como terrorista en otros países. Decir lo contrario en la ONU no fue ingenuidad: fue provocación política, un guiño a su relato electoral.
Colombia ausente
• 59 masacres y 194 muertos en 2025.
• Más de 362.000 menores afectados por el conflicto solo en el primer semestre.
• Desplazamientos masivos en el Cauca, Arauca y el Catatumbo.
Nada de esto apareció en su discurso. Porque su objetivo no era hablar del país que gobierna, sino alimentar su libreto electoral.
Petro no está desbordado ni actúa sin cálculo. Cada palabra en la ONU fue parte de un guion: Gaza para conquistar a los jóvenes, el llamado a soldados para victimizarse, la ESTA para exhibir privilegios y el Tren de Aragua para relativizar lo evidente.
Y en el fondo, su tono no fue el de un presidente, ni siquiera el de un candidato. Fue el de un pupilo de Chávez que cita a Bolívar e invita a una revolución que ya demostró ser un fracaso en la región, con promesas incumplidas y pueblos quebrados.