
En Gaza, ya no hay comida, no hay agua potable, no hay refugio. Lo que hay es hambre. Hambre real. Mortal. Silenciosa. Mientras el mundo debate, la población palestina agoniza.
El informe más reciente del sistema IPC, avalado por la ONU, lo confirma: la hambruna ya comenzó. Dos de los tres criterios oficiales están cumplidos. Y eso, en lenguaje técnico, significa una sola cosa: la muerte por inanición está instalada.
El hambre como arma de guerra
Lo que ocurre en Gaza no es una consecuencia colateral, es una política deliberada. Más del 90 por ciento de la población sufre inseguridad alimentaria aguda. La infraestructura agrícola ha sido bombardeada. Los cultivos, destruidos. Las panaderías, arrasadas. Las entradas de ayuda humanitaria, bloqueadas. Las imágenes son devastadoras: niños famélicos, filas interminables por una bolsa de arroz, madres que ya no tienen leche para amamantar.
No es falta de recursos. Es decisión política. Es asfixia.
La niñez, la más golpeada
La hambruna tiene rostro infantil.
Más de 66.000 niños menores de cinco años padecen desnutrición aguda. En las últimas semanas, decenas de bebés han muerto por inanición. No hay fórmulas, no hay leche, no hay comida. Y tampoco hay tiempo.
Cuando un niño muere por hambre, el crimen no es solo la omisión: es la indiferencia del mundo.
Asedio, bloqueo y destrucción total
Desde marzo, menos del cinco por ciento de los alimentos necesarios logra entrar. Israel impide el paso de convoyes, bombardea centros logísticos, y acusa a las agencias de ayudar a Hamás. Mientras tanto, 2,2 millones de personas están atrapadas sin forma de sobrevivir.
Los sistemas de salud colapsaron. No hay hospitales. No hay ambulancias. No hay morgues suficientes. Gaza no es solo una zona de guerra: es un cementerio en cámara lenta.
¿Dónde están las voces del mundo?
La comunidad internacional repite frases vacías. Las grandes potencias “expresan preocupación”. Y algunos medios evitan la palabra que duele: hambruna. Porque nombrarla es reconocer que lo que ocurre en Gaza no es una tragedia natural. Es una masacre humanitaria.
Gaza no se está muriendo. La están dejando morir.
El hambre no cae del cielo. No es una lluvia ácida ni un terremoto. El hambre en Gaza tiene responsables, tiene cómplices y tiene silencios que matan.
Hoy la historia no pregunta quién ganó la guerra. Pregunta:
¿Quién dejó morir a Gaza de hambre?