Durante estos días el mundo vuelve a sorprenderse con las extravagancias de la familia Gadafi. Esta vez se trata de Hanibal el Gadafi, el cuarto hijo del ex líder libio Muamar el Gadafi, quien, harto de tener que esperar –como todos los mortales– para alquilar un crucero, decidió comprar uno y remodelarlo. Lo llamó Phoenicia y dentro de las excentricidades que se le ocurrieron estaba un tanque en el que planeaba meter dos tiburones blancos, dos tiburones tigre de arena y dos tiburones punta negra.
El tanque lleno de agua de mar iba a ser decorado con columnas de mármol, espejos con marcos de oro y estatuas gigantes y habría necesitado cuatro biólogos marinos para mantenerlo. Con la caída de su padre, Hanibal debió abandonar todos sus proyectos para correr a esconderse y el Phoenicia fue vendido y olvidado.
Pero, a no dejarse descrestar, pues la idea de Hanibal no es original. Ya se le había ocurrido al artista británico Damien Hirst meter un tiburón –muerto– en un tanque lleno de formaldehido. Se trata de la obra ‘La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo’, que esta exhibida en el Museo de Arte Metropolitano en Nueva York.
Los tiburones de Hannibal Gaddafi
Vie, 16/03/2012 - 11:44
Durante estos días el mundo vuelve a sorprenderse con las extravagancias de la familia Gadafi. Esta vez se trata de Hanibal el Gadafi, el cuarto hijo del ex líder libio Muamar el Gadafi, quien, hart