
La saga de terror dirigida por el malayo James Wan, no solo ha hecho gritar a los espectadores, en una sala de cine en Medellín donde KienyKe.com estuvo presente, la gente gritó desesperadamente, abandonó la función por miedo, los niños lloraban, otros permanecieron con los ojos cerrados durante los 120 minutos de la trama, no faltó quien se “maluquió” y la sala entera al finalizar la película coincidió en que habían quedado psicosiados.
Su particular éxito, se debe a la primera parte de la película estrenada en el año 2013, que sin haber tenido mucha publicidad, logró al poco tiempo ubicarse por el buen voz a voz de la gente, en el primer lugar de la taquilla.
Hoy tres años después, la profecía regresa y como si fuera un imán, atrajo a un sin número de público que hizo inminente agotar los asientos de tres funciones seguidas.
Pero, ¿qué hace a estas dos cintas atractivas?, es sencillo, la aterradora idea que dice ser “basada en hechos de la vida real”.
No sabemos hasta qué punto la ficción supera a la realidad, pero para los asistentes es suficiente ver al finalizar la película, fotografías de las supuestas personas que vivieron estos aterradores momentos. Además los protagonistas de esta historia, Ed y Lorraine Warren, no solo existen, sino que tienen un empleo poco usual siendo demonólogos.
Sin ser críticos de cine, El Conjuro 2, tiene elementos que para cualquier persona resultan aterradores: Ver una monja con ojos amarillos, usando un hábito negro como la noche, que cubre su cara pálida y ojerosa oculta en la oscuridad, es el contraste perfecto de un anciano que murió en un sillón y se apodera de la joven de 11 años, que a su vez toma forma de demonios que levitan y quieren matar a su familia.
Asimismo, la música misteriosa y espeluznante de los coros de niños, que acompañan el suspenso, proyecta en sus planos la sincronía perfecta para hacer desmayar a cualquiera.
Siendo los gritos, los protagonistas desde el inicio del filme de terror, mientras avanzó la película algunas personas no soportaron tal horror y salieron de la sala; curiosamente entre la oscuridad del cine se observó que fueron en su mayoría hombres, luego alguien gritó, “se maluquió” y uno de los acomodadores iluminó con su linterna hasta la fila H para acercar un vaso con agua, cuando se pensó que nada más iba a pasar los niños,( grandes curiosos por estas historias), lloraban del miedo pero muy valientes seguían mirando a la pantalla, mientras que otros optaron por cerrar sus ojos. Finalmente en el pasillo de salida todos los que compartían la opinión de la película aseguraban estar “psicosiados”.
Aunque más de uno con seguridad no pudo dormir se notaba la satisfacción de haber salido “muertos del miedo” y “no haber botado la platica en cine”.
